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70 El .Padre ~stebar áe A.doain rían otro Párroco que él, añadiendo que, si les enviaban ptro, no lo recibirían y que al Padre Adoain no le permi !irían marcharse si se le destinaba a otra parte. Esforzó– base el Siervo de· Dios por hacerles entender .que ·seme– jante actitud era un error. Dedales claramente que él era el último de los sacerdotes de Venezuela; que cualquiera otro trabajaría con el mismo acierto o mejor que él. De– claróles que debían conformarse con la voluntad de Dios, ya que el Señor dif;ponía que· él se trasladase a la región del Apure para ser misionero de indios errantes. La alar– ma cundió en Parapara al oír tales declaraciones. Y el alcalde con los -más notables organizáronse en comisión para ir a Caracas a rogar al Gobierno que dejaran defini– tivamente al Padre Adoain en Para:para. Y hubieran reali– zado su intento si ·el Siervo de Dios, enterado a tiempo, no se hubiera opuesto con energía. Soñaba en ser verdadero misionero entre indios erran– tes. Contrariado al ver que después de siete meses conta– dos desde primeros de agosto hasta febrero, que se hallaba en aquel pueblo, no recibía orden del Gobierno ni de la Curia eclesiástica para marchar en busca de los indios, escribió al Ministerio de Justicia. Mas no recibió contesta– ción. Habló acerca de esto con el Padre Ugar y acordaron que éste tomara viaje para Caracas y se presentase en la Secretaría del Ministerio d.el Interior, solicitando el permiso para ir al Apure, representando el disgusto de los misione– ros, los cuales estaban dispuestos a tomar alguna seria de– terminación, como marcharse a país de indios sin otro preámbulo ni trámite curialesco. El Padre Ugar cumplió su comisión. Y en Caracas de– bió persuadirse de que el Gobierno no tenía olvidado el asunto, aunque quizá el Arzobispo deseaba lo contrario. En efecto, con fecha 7 de septiembre el Secretario del Mi– nisteriÓ del Interior había comunicado al Sr. D. José Arci– niega, gobernador de la provincia del Apure, que los mi– sioneros destinados a aquella región estaban señalados y preparados, pero que la traslación de los mismos debe– ría hacerse después de pasado. el invierno, por cuenta y cuidado del vecindario· de los·· lugares de destino; que los mismos vecinos deberían enviar guías y cabalgaduras y atender a la manutención ·de los misioneros durante el viaje. A Jo que el. Sr. Arciniega contestó con fecha 19 del

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