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58 El Padre Esteban de Adoain los Padres. Fué necesario levantar la escalera del navío y despedir a la gente, porque ya no cabía una persona más, ni aun en pie. »Al día siguiente, 25, colocado un altar .sobre cubierta, se cantó una Misa solemne, disparando la artillería al tiempo de la elevación. Otra vez la muchedumbre invadió el na– vío. Y los misioneros suplicaron al capitán que levantase 'las áncoras para retirarse a las isletas que están frente a l puerto, ya que aquel día no podían emprender el via je por haber enfermado uno de los· misioneros. »El día 26, fiesta del Corpus, se volvió a cantar Misa solemne. en la que comulgaro""n los misioneros. Y de nuevo fué invadido todo el puerto por innumerables lanchas re– pletas de gente, que daban vivas y entonaban cánticos sagrados. »Concluído el Santo Sacrificio, y aprovechando el vien– to favorable desplegaron velas y principiaron felizmente su viaje los misioneros, mientras los espectadores prorrum– pieron en aclamaciones y en sollozos, fijos los ojos en el barco y agitando pañuelos hasta que se perdió de . vista.• Todos estos pormenores los hemos recogido de . La Re– vista Católica», de Barcelona; sin duda le fueron servidos. por su corresponsal de Marsella (l). «El pequeño navío, añade la citada revista, va dis– puesto del modo más d~coroso y seguro. El capitán, Mr. Santiago Rubión, lo hizo forrar de cobre y renovado todo. Para cada uno de los misioneros dispuso una alcoba con un jergón y una silla, y a la entrada un baúl. Otro barco saldré: de este puerto del "13 al 20 de junio y llevará otra: expedición de misioneros . para el mismo país. Y a fines del mismo mes partirá otro desde Burdeos con otro mayor número» (2). El capitán del barco publicó en la «Gazette du Midi» una descripción sobria, pero muy bella, del tenor de vida: que observaban los misioneros durante el viaje. Dice a sí: «Recuerdo con placer mi viaje con estos· santos misio- (1) Número correspondiente al 1 de julio de· 1842. (2) En efecto, otra expedición de misioneros salió de BurdeoS' un día más tarde. Se integraba de cinco religiosos ·Capuchinos: Padres José de Mondragón, Guillermo de Ugar, Cirilo de Pam– plona, Pantaleón de Ajanguiz, Domingo de Beranga. En 1843 hubO> otr-as expediciones, como se verá en el final de este capí~ulo.

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