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56 El Padre Esteban de Adoain condiciones, objeto de un contrato serio entre un Gobierno y una Misión enviada por el Papa? Lo cierto parece que hubo dos contratos: uno celebrado con los misioneros que iban a evangelizar país de indios errantes, que eran treinta Capuchinos; y otro celebrado con los misioneros que iban a servir parroquias abandonadas; y eran diecinueve, entre Capuchinos y otros sacerdotes (1) y (2). El venerable Padre Adoain, destinado a país de indios, no se comprometió a naturalizarse en Ve– nezuela. Así lo afirmó él mismo varias veces en declara– ciones de carácter oficial. Mucho menos se comprometió a jurar la Constitución. Tenga presentes el lector ambas cosas para más adelante. Aquella expedición misionera, acaso la más .numerosa que se ha conocido, se hizo a la mar el día 26 de mayo del citado año 1842 en el pequeño barco francés •Nouvelle Elyse», después de celebrar varios actos religiosos, presen– ciados por toda la ciudad de Marsella. La emoción más intensa se apoderó de todos los mar– selleses, cuando el día 21 vieron a cuarenta y nueve mi– sioneros, entre ellos cuarenta y un Capuchinos, desfilar procesionalmente por las calles, precedidos por el esian– darte de la Celestial Pastora de las almas, y luego subir a la empinada colina del Santuario de Nuestra Señora de La Garde. En aquel histórico templo, foco de luz para· el navegante, que ha sido testigo de la devoción de siete siglos, nuestros misioneros recogiéronse en oración silen– ciosamente. Sus almas habíanse puesto en comunicación con el cielo. Y desde el cielo descendía sobre ellos el fuego del Divino Espíritu, que caldeaba sus corazones, aquila– tando su celo apostólico que les conduciría al Nuevo Mun– do en busca de almas. El público que se apiñaba en el templo y en el atrio, fijos los ojos en aquellos atletas de la Fe, contenía la respiración y no osaba profanar aquel (1) E ste es el número exacto que consta en el comunicado oficial del Gobierno de Caracas al Arzobispo. (2) El señor Alegría no publicó sino las· condiciones que se iban a exigir a los expedicionarios destinados a Parroquias. D~chas condiciones eran las únicas que necesitaba dar a la prensa para conocimiento de Sacerdotes españoles, que era difícil hallar en nú– mero suficiente para cubrir las vacantes.
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