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48 El Padre Esteban de Adoain Fué dotado por el cielo de una voz sonora, robusta, potente, de agradable timbre. Cuando predicaba o cantaba las letrillas propias de misiones, parecía que vibraban las columnas y sillares del templo. Los que le oyeron, afirman con admiración que su voz semejaba la de una trompeta, con la rara particularidad de que los más próximos a él no experimentaban sensación desagradable en los oídos. Cuando predicaba en las plazas a quince mil oyentes, los que se hallaban más distantes de él. percibían hasta las últimas sílabas con tanta per.fección como los que se situa– ban cerca del misionero. Varias personas que le oyeron predicar en Antequera me demostraron en 1924, lo que acabemos de consignar. En efecto: me señalaron el lugar desde donde predicó la misión de 1877, que era la fachada de la iglesia de San Sebastián. Los testigos que me lo refe– rían estaban, durante el sermón del Padre Adoain, próxi– mos a la puerta de la iglesia de San Juan de Dios. Ahora bien: desde el templo de San Sebastián, hasta el de San Juan de Dios, median ochocientos veinte pasos, según pu– dimos comprobarlo. Mas semejante número de pasos cons– tituye medio kilómetro. En dirección contraria se le oiría desde otro medio kilómetro. Tanto en América como en Es– paña era fama que algunas veces se operó el milagro de oírsele desde varios kilómetros de distancia. No lo hemos comprobado, aunque lo aseguraban el Padre José de Al– péns y otros religiosos de la época. «Era de elevada estatura, de aspecto venerable, con el sello de la santidad en el semblante. Luenga barba se ex– tendía sobre su pecho. Su cuerpo recto, erguido como fi– gura bíblica, no era grueso, ni demasiado seco. Cuando aparecía en el púlpito y levantaba el Crucifijo, entonando antes del sermón la clásica letrilla: Santo Dios, Santo Fuerte, etc. la emoción era enorme en el auditorio y ape– nas se podían contener las lágrimas» (l). Respecto de su talento, no podemos asegurar que era de los más sobresalientes. Pero tampoco era mediocre. El Lecto~ que lo examinó de Teología en Tudela en 1836, in– formó al Vicario Provincial en el sentido de que el Padre Adoain, con otros condiscípulos de éste, se hallaban me- (1) Declaración del Padre Ambrosio de Valenciana, testigo presencial.
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