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4_:_:c6________E=-I--'P--'a=-d=-r--'e:....::.:Esteban de Adoa in canso; porque la convicción de su misión sobrenatural le daba alientos y centuplicaba las fuerzas y resistencia del lléroe. Lo más sorprendente es que, mientras se entregaba a 1as rudas tareas apostólicas, observaba un temor de vida propio del más austero anacoreta, hasta el punto de pare– cer increíble que pudiera tener fuerzas para tan larga y continua labor. El Padre Esteban cuando recorría los pueblos sin po– ·der regresar a su convento durante meses o durante años, era austero Capuchino, lo mismo que en su retiro del claus– iro. Desde el momento en que el Padre Adoain fué condu– cido por la mano de Dios a la Orden en que se había de formar su espíritu apostólico, no sólo observó fielmente la Regla Franciscana, interpretada en su estricto sentido por las Constituciones de la Orden Capuchina, sino que cum– plió durante toda su vida las austeridades que eran tra– dicionales entre nuestros religiosos de la provincia de Na– varra-Cantabria: «Ayunos de forma ordinaria, y otros a pan y agua, sin tomar nada hasta el mediodía en los pre– ceptuados por la Regla y en los impuestos por la Igle– .sia» (1). Hacía tres horas de meditación cada día: una desoués de cantados los Maitines de media noche, no usando jdmás 1a legítima dispensa que se concede a los predicadores; otra de cinco a seis de la mañana; y otra por la tarde, después de cantadas las Completas. Y con frecuencia era hallado en el coro a cualquiera hora de la noche o del día por religiosos que entraban en él fortuitamente. Cierto que predicando misiones no disponía de tanto tiempo para 1a meditación, ya que dedicaba diez, catorce o más horas a oír confesiones; pero la modestia y corrección de su con– iinente, sus ojos siempre bajos, sus manos cruzadas dentro de las mangas del hábito, su paso mesurado, su rostro se– reno daban a entender que no perdía la presencia de Dios. A las tres disciplinas semanales que son de costum– bre en la Orden, añadía él otras con que castigaba su cuerpo, para prepararse a las festividades de la Virgen y (1) Memorias Históricas y Observaciones. Liero inédito del P. Angel de Pamplona, pág. 24. Archivo del Vice-Postulador de la Causa de Beatificación, Carpeta V, n. 11.

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