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Hacia la beatificación del Padre Adooin 505 lernne en Adoain, colocándose otra lápida en la fachada de la casa en que nació el Siervo de Dios. En Enero de 1940 organizóse un ciclo de Conferencias en Sanlúcar de Barrarneda, acudiendo al Instituto de Se– gunda Enseñanza las personas mas cultas de la ciudad. Lo verdaderamente apoteósico fué el triduo de actos religiosos y académicos celebrados en Pamplona los días 26, 27 y 28 de Febrero de 1943. En ellos tornaron parte las Autoridades eclesiásticas, civiles y militares de la ciudad con representaciones de .!os centros oficiales y culturales de Navarra y brdenes Religiosas, asistiendo no solo el pue– blo de Pamplona y del Valle Urraul-Alto, cuna del Padre Esteban de Adoain, sino qran número de personas de los más remotos confines de Ia Provincia, que llenaban el tem– plo de San Antonio durante los actos religiosos, y el teatro de las Escuelas Pías a ·la hora de los actos académicos. La Prensa de, la ciudad dedicó al célebre misionero una serie de artículos encomiásticos, siguiéndose luego va– rias Conferencias en díversas localidades de Navarra, de– biendo mencionarse las del importante Colegio de Segunda Enseñanza, que a su cargo tienen los Capuchinos de Le– cároz. Terminada la tarea del escritor, juzguen los lectores y las generaciones futuras a este hombre que se llamó Padre Esteban de Adoain. Realizó audazmente, pero sin jactancia, la ascensión a la cumbre más alta del deber, cumbre admi– rada por todos, pero alcanzada por pocos. Dió de !jÍ mismo, en cada instante de su vida, todo el rendimiento que se . puede esperar de un héroe. Diríase que había leído lo que se escribió en sus días: aNo tenemos más derecho a la ocio– sidad que al suicidio. > El Padre Esteban de Adoain fué un héroe, pero él no se da ba cuenta de ello. En medio de un siglo caracterizado por grave trastorno de hechos y de ideas pregonadas desde los días de la De– claración de los Derechos del Hombre, el Padre Adoain se irguió para señalar la ruta del deber. Alzó su voz potente en ambos hemisferios; pero su conducta y su acción fueron más convincentes. Los que dicen y hacen son grandes ante el mundo y ante el Cielo.