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_____ __:_:Hacia lo beatificación del Podre Adooin 499 I)arración breve de algunos prodigios que con él operó el Venerable Padre. Le excité a la fé ·y confianza en Dios, exhortándole a valerse de la intercesión de tan gran após– tol. La bendije con la insigne reliquia. Rezamos un Padre– nuestro. Ella besó el crucifijo repetidas veces con devoción. Me suplicó que no me lo llevara, porque Auería tenerlo so– bre el pecho. Accedí ·muy de buena gana, porque ese era mj propósito. Antes de ausentarme le dije: · Esta santa re– liquia te curará; y en ese caso no te hace falta el santo Viático. Mañana me dirás si ésto es verdad o no•. Al día ~iguiente me presenté en la casa de la enferma <I las ocho de la mañana. Y antes que yo hablara para pre– guntar por ella, su madre se expresó así con singular vi– veza: •Ayer dos horas después que se marchó usted, vino -el médico. La auscultó despacio; y dando muestras de sor– presa, exclamó: ¡cPero qué cambiazo ha habido aquí!. .. Está mucho mejor que esta·mañana. Contra todos mis pe– simismos debo decir que hay una franca mejoría. La en– fermedad ha hecho su crisis inopinadamente.. . > Desde aquel momento la mejoría fué acentuándose. Pocaa horas después estaba fuera de cuidado. La sospecha fundada de q;ue la enfermedad dejaría huella en los pul– mones a causa de la debilidad, desapareció en absoluto. Creemos que el lector no sentirá fatiga si consignamos un gravísimo incidente en el que se ve con claridad la me– -diación del Siervo de Dios. En un? dE> los días del mes de Agosto de 1942, a las diez de la mañana, y en el pueblo de Oyeregui (Navarra). una niña de cuatro años de edad, llamada María Teresa Lasaga Munárriz, hija de Don Andrés y Doña Evarista, tuvo la desgracia de caerse desde un bal– cón de su casa, de tres metros de altura, dando con la ca– beza contra una de las losas del pavimento. La criatura es ·muy robusta, y pesaba en aquellos días de quince a dieci– seis kilos. El golpe fué muy rudo. Sufrió fuerte conmoción ·cerebral. apreciándosele una notcrble depresión en la región parietal. ,_ 6 Inmediatamente fué llamaqo por teléfono s~~dre que se hallaba en Elizondo, comunicándosele lo o¡rurrido. y di– ciéndole que trajera buena cantidad de hielo. Durante el viaje, el angustiado padre iba orando, interponiendo la in– tercesión del Venerable Padre Adqain. Al llegar a casa, .halló a su hija sin conocimiento, y sin dai: señales de vida .

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