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492 El Padre Esteban de Adaain Esteban. Hemos leído las publicadas en Revista Popular y La Hormiga de Oro, de Barcelona; en El Siglo Futuro, de Madrid; en El Mensajero Seráfico, de la misma ciudad; en. El Pueblo, de Guatemala; y en Heraldo Seráfico de Costa Rica, etc. Hay noticias concretas de América Central. por las que podemos afirmar que perdura ullí la devoción al apóstol Capuchino. También en Estados Unidos se le invoca, según testimonio de Sor Olimpia Torres que ha escrito reciente– mente desde Kansas. El Eminentísimo Cardenal Vives y Tutó, que había sido súbdito suyo en América, según se dijo anteriormente, túvole toda su vida en gran veneración y conservaba reliquias del mismo con gran estima. Al edi– tar en 1888 el Cronicón de los Capuchinos de Centro Amé– rica, E•zcribió refiriéndose a él: ·El Padre Esteban de Adoain fué fundador y Guardián de los primeros conventos de Es– paña en la actual restauración de la Orden. Gobernó todos 1os Capuchinos de España como Vice-Comisario Apostólico y los de Andalucía como Comisario Provincial. Fué grande en obias y virtudes, y nuestro más célebre misionero en los tiempos presentes». El Ilustrísimo Padre Francisco·· Vilá, que murió siendo Vicario Apostólico de la Isla de Guam, lo calificaba de verdadero santo, como se ve en un informe que dejó escrito. Fué súbdito del Padre Esteban en América y España. Como hombre de gran perfección y dotado por el Cielo con dones sobrenaturales lo calificaba el Padre Luis Ami– gó, Capuchino de MasamagrelL que fué Obispo de Solsona y de Segorbe; y así lo declaró con juramento ante el Tri– bunal Eclesiástico. El mismo concepto vemos expresado en un detallado informe que dejó escrito el Padre Saturnino de Artajona, que como recordará el lector, predicó algunas misiones con el Siervo de Dios en Navarra y Andalucía, y después des– empeñó altos cargos en Ultramar y en España. Oímosle muchas veces grandes elogios del Padre Esteban. El Reverendísimo Padre Joaquín de Llevaneras, Comi– sario de los Capuchinos de España que también fué súbdito del Padre Esteban, conservaba reliquias suyas, más un gran paquete de sermones muy bien precintados y buen nú– mero de documentos referentes a este gran Siervo de Dios. . · No es poco significativo que sus súbditos sean los pri-

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