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\ CAPITULO XLVII APOTEOSIS DEL EGREGiO APOSTOL (1880) SOLEMNES FUNERALES.- EL PUEBLO Y EL CLERO.- MANIFESTACIONES DE VENERACION.--IND!SCRETA DEVOCION DE LA MUCHEDUMBRE.- EL SEPUI.CRO DEL VENERABLE PADRE ESTEBAN. - MIRADA RETROSPECTIVA. - SUS RELI- QUIAS.- SU FAMA DE SANTIDAD. A PENAS el alma del Venerable Padre Esteban abandonó este mundo, el Padre Usún y el Padre Bernardino de Belliza hiciéronse cargo del venerando cadáver y lo amor– tajaron con suma reverencia. Hemos oído decir a religiosos fidedignos, que a:ubos quedaron · profundamente conmovi– dos al encontrarle un amplio cilicio en la cintura. ¡Y quién, al. verlo, hubiera podido contener las lágrimas! (1) A las nueve de la mañana fué conducido a la iglesia, acompañándolo procesionalmente toda la comunidad, y no pocos Sacerdotes de Sanlúcar con cirios encendidos y can– tando las preces del Ritual.. El ataud iba descubierto y así fué colocado en el centro de la iglesia sobre un sencillo túmulo. La campanita del convento doblaba a muerto, y a esta siguieron luego las de los templos de la ciudad. Pero (1) Consta así por la declaración del Padre Diego de Valen– cina. Esta referencia la vemos confirmada en la Oración fúnebre predicada por don Francisco Rubio Contreras, ante el venerando cadáver del Padre Esteban. Conservamos una carta de doña Amalia, esposa de don Ramón Nocedal, la cual, dirigiéndose en 2-1 Mayo 1911, al P. Berardo de Cieza, le dice: Poseo un. pedazo de cilicio que usó el santo Padre Adoain; me lo regaló D. Andrés Limón. (Archivo del V. Postulador, Carpeta XI, n. 1).

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