BCCAP000000000000130ELEC
• El ocaso 485 Recomendé a mi ~ompañero que le sostuviera la mano por si flaqueaba, para que no se le cayera el Crucifijo; y no -fué necesario, porque el Siervo de Dios retuvo el Crucifijo fuertemente hasta morir. »El Santo Viático lo recibió hincado de rodillas en tie– rra; y así recibió la Comunión cada día hasta la víspera de su muerte. Así lo pidió él y se lo concedió el Padre Guar– dián. Como los últimos días estaba débil, los enfermeros lo bajábamos de la cama y lo sosteníamos para que no se ·cayera. También recibió como un santo la Extrema Unción. A todos nos edificaba. Tanta devoción nos daba envidia. Muy poco antes de morir le fueron aplicadas las indulgen– cias plenaria:> que tenía concedidas. Oí decir que pidió y obtuvo la Bendición Papal. Su muerte fué el día 7 de Octu– bre entre cuatro y cinco de la mañana. Y tan plácidamente €ntregó su alma al Criador, que no notamos el momento de su muerte. Mudó el color, teniéndolo después de muerto, mejor que de vivo. Al morir te:nía las manos sobre el pecho; y el Crucifijo en la mano izqu!erda. Hallábase iendido sobre su cama ordinaria de tablas, rodeado de toda la Comunidad y dos o tres sacerdotes seculares que eran Terciarios de San Francisco•. (Ibid.) En gracia a la exactitud de preciosos detalles, vamos a copiar un párrafr de una carta que el Padre Pedro de Usún escribió a su hermana con fecha 9 de Octubre de aquel año, es decir, dos días después de la muerte del Pa– dre Esteban: · Aquí estamos de luto a causa del fallecimien– to del Padre Esteban. El día del Rosario, domingo dia 3, por la tarde, tuvo más fatiga de pecho y más tos; y él mismo pidió le administrásemos el Sacramento de la Extrema Un– ción, como así se hizo a las seis y media de la tarde con asistP.ncia de toda la Comunidad y tres señores seglares, personas muy afectas a los Capuc;:hinos. A las siete y me– dia le dije: «Padre, ¿si querrá mañana nuestro Padre San Francisco llevarle al Cielo?» Y me contestó: · ¡Ay! aunque no soy digno ¡cuánto estimaría morir el día de nuestro Pa– dre!• (]) A la una y media, después de maitines, comulgó con gran fervor incorporándose en la cama; pues hasta esta vez siempre lo había recibido hincado de rodillas en (1) Parece fué en aquel momento cuando aseguró que no mo– r iría hasta el día 7. (Declaración del Dr. Rocafull, Ibidem.).
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz