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El ocaso 483 mentos y retrocediendo sorprendido. me preguntó alzando los brazos •¿Ha visto V? ¿Ha visto al Padre? ¡Parece que .sale luz de su rostro! Estas palabras son textuales de Don .Andrés. Yo le contesté afirmativamente. Quedó unos mo· mentos indeciso... Y por fin se decidió a entrar. »No recuerdo haberle oído 'quejas de lo que sufría. ni palabra que revelase impacie·ncia. Durante el tiempo que :e-stuvo en cama. no omitió los rezos que se acostumbran en 1a Orden. Recuerdo que más de una vez. en ocasión de ausentarme yo de su lado, cuando regresaba, no lo ericen– traba en la celda. Una vez me dirigí al coro para buscarlo; y aunque estaba bastante oscuro, pude comprobar desde la puerta, quE( estaba en la testera, arrodillado con los bra– zos en cruz. Otro día, después de recibido el Santo Viático, a altas horas de la noche. se levantó de la cama y se fué -al coro. En aquellos días se habló mucho entre los religiosos que afirmaban haberlo visto en el coro de rodillas aquella noche después de recibir el Viático. Acostumbraba a decir y le oí muchas veces. esta jaculatoria: «Mi Jesús, mi dulce Amado--creo· en Vos, en Vos espero. -más que a todo os ·amo y quiero--mé pesa de haber pecado--por ser Vos el agraviado». Mientras duró su enfermedad iba algunas ve– ·ces a visitarle el Sr. Obispo dimisionario de Vitoria. Don Sebastián Herrera de, los Monteros. Este Prelado era muy devoto del Siervo de Dios y lo tenía en mucha veneración.· Cuando salía de visitarlo hablaba muy poco. parecía salir emocionado. Y recuerdo que una de las veces. al tiempo ·de marchar y andando, dijo: «¡Es· un santo! ... » y salió del -convento sin detenerse. »La noche última que vivió el Siervo de Dios la pasó Telativamente tranquila hasta eso de las doce, en que noté algún desasosiego. Me acerqué al venerable moribundo y obseivé que la respiración era fatigosa y con síntomas de -estertor. Quiso hablar, pero no articulaba bien las palabras · y solo entendí: ·Padre». · Y con esto y algún ademán qu·:> hizo con la mano comprendí que pedía un Padm. para que 1e asistiese en aquellos momentos. Hacía poco rato que fal– taba un Padre de su lado. Inmediatamente avisé al Padr·:> ·Pedro de Usún. que me parece era su confesor. Bc:IjÓ ense– guida; y puesto a la -cabecera del lecho de aquel Venerable Siervo de Dios, le exhe;rtó y no se retiró de su lado hasta
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