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464 El Padre Esteban de Adoain dad. Prohibió pedir limosna en dinero. Publicó un suelto en lbs periódicos de Valencia diciendo que los Capuchinos se encomendaban a la caridad de los fieles, pero que si obligados por la necesidad de le!minar las obras del con– vento habían recibido dinero, en lo sucesivo sólo aceptarían limosna en especie como pan, arroz, etc. En la citada carta a su hermano, no le expresa el mo– tivo de su permanencia en Zaragoza. Pero lo expresa en otra, dirigida al Padre Comisario Apostólico. Se alojó en casa del Padre Bartolomé de Tamarite. Habló con él larga– mente sobre la posibilidad de rescatar el convento de aque– lla ciudad. Habló con el señor Arzobispo. Los pasos que dió fueron infructuosos. ¡Quién hubiera creído entonces que el establecimiento de los Capuchinos en Zaragoza había de tardar cuarenta años! Todavía veremos a nuestro Padre Esteban empeñado en otras fundaciones con el ardoroso celo de un joven de perfecta salud. El verdadero restaurador de la Orden en España fué el venerable Padre Esteban de Adoain. Es hora de que la Historia le haga justicia.
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