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462 El Padre Esteban de Adoain que tenía la costumbre de levantar mucho la voz para decir la cosa más sencilla. El Padre Esteban se propuso corregir -aquella falta de observancia regular. Y apeló al medio más prudente y más en consonancia con el respeto que le me– recían los Padres. En el momento en que más arreciaba la -algarabía, salía de la celda, pasaba en silencio por los trán– sitos, llevando las manos ocultas en las mangas del Hábito, y los ojos bajos. Y se volvía a su aposento. Esto bastaba para imponer silencio sepulcral a los Pa– <ires y a don Antonio. Y los unos se metían en sus aposentos y el otro se metía en su oficio. Mas el recogimiento duraba poco; porque antes de pasar una hora, ya estaban todos naciendo alardes del don de la palabra. El buen Padre Esteban apeló a otro medio para ver si se daban por aludidos. Un día, muy de madrugada, apa– recieron pintados en las paredes de los tránsitos unos letre– ros que decían: Silencio. Todos entendieron la lección tan gráfica como prudencial, que contribuyó no poco a la refor– ma de costumbre tan antimonástica. Nadie preguntó por el -autor de los letreros (!). (1) Detalles curiosos nos fueron referidos por sus compañeros: Cuando en la hora de la recreación y hallándose sentados los Pa– dres, veía nuestro egregio misionero, que alguno de aquellos tX– -claustrados ponía una pierna sobre la otra, acercábase con disimulo y le daba un golpecito con Jos dedos sobre la rodilla, sin articular palabra. Lo que obligaba al ex-claustrado a adoptar rápidamente la más correcta compostura Si se entregaban a comentarios que tenían sabor de murmura– -ción, ingeniáhase para desviar la conversación hacia otro asunto. Exhortábales a que no usaran el título de Reverendo o Muy Reverendo, sino Fray. Y él mismo llegó a borrar más de una vez €n carteles anunciadores de festividades religiosas, su título de Re– v erendísimo Padre Esteban, sustituyéndolo por la palabra Fray. Al presenciar La colocación de Jos retablos en la iglesia del mis– mo convento de Pamplona, que habían pertenecido a Jos Padres .Jesuitas, como viese que estaban dorados, mandó se pintaran de -color austero imitación roble. Quería que los religiosos se presentasen limpios y con modales eonformes a la más fina urbanidad. Desde Antequera escribió al Rmo. Padre Llerena, con fecha 19 Agosto 1877: «Si el Lego que .quiere enviarme a este convento es Fray Bernardo el de Galicia, es mejor que no lo envíe; no sirve para cocinero, ni portero, ni limosnero, por ser rústico en sus modales... » No era adulador, pero dirigía elogios a Jos predicadores o a 1os Legos que cumplían bien, aconsejándoles que atribuyeran a Dios s us éxitos y habilidades.

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