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Hacia la restauración de la Orden 447 lanados los balcones. Cerca del convento nos esperaba nuestro Comisario General, dos religiosos más y lo restante del Clero y el pueblo en masa y la música, a cuyos acordes entramos en nuestra iglesia; y enseguida se cantó el Te Deum en acción de gracias. El día treinta· se cantó una misa a toda orquesta, y asistieron un Obispo de los Estados Uni– dos y el de Cádiz. Este que es Capuchino, predicó un gran– dioso y elocuente sermón (1). No puedes figurarte la alegría y entusiasmo de este país. Mañana espero al Padre Usún con cuatro más y seremos ya sobre veinte de Comunidad. Tenemos ya novicios y muchos pretendientes. Tenemos ·pan. carne, pescado y verduras, todo de limosna. Esta gente es muy entusiasta por nosotros .. ». Esta gente, dice d Padre Esteban, es muy entusiasta por nosotros. Pero no le ocurre pensar que era él solo el ·que había conquistado y ganado Jos corazones. Por los años 1924 los testigos presenciales referíannos sus impresiones, haciendo especial mérito de un hecho, que no menciona el Padre Esteban en su carta. El antiguo con– vento estaba ocupado por un buen número de familias po– bres, que hubieron de abandonado. En semejantes ocasiones suelen originarse no pequeños disgustos. Los que se ven precisados a abandonar su vivienda, ponen el grito en el deJo, y claman contra el nuevo propietario en nombre de la caridad, de la justicia y de todas las virtudes del Cris– tianismo; y apelan a mil medios para evitar Jo que llaman arbitrariedad y vejámenes. Las familias que hubieron de abandonar el convento de Sanlúcar no desplegaron los labios para formular una queja. El mismo Padre Esteban con los señores Limón y Conde de Aldama buscó y preparó viviendas para ellos; y los inqui- · (1) El obispo de Cádiz era el Padre Félix Arriete. Nació en Cádiz en 15 Marzo 1811. A los 17 de edad ingresó en la Orden Capuchina. Fué consagrado Obispo el b Marzo de 1864, siendo con– sagrante el Excmo. Sr. Nuncio de Su Santidad, y padrino Alfon– so XII, que entonces era Príncipe de Asturias. Murió en 29 de di– ciembre 1879. Fué estimadísimo y muy popular en Andalucía. En Cádiz fué dedicada a su memoria una plaza; así como en Chiclana y Medina sendas calles. (El Mensajero Seráfico, Tomo IV, p. 107). Concluida la solemne .Misa, los Padres invitaron a los Obispos, Clero y varios bienhechores a la mesa. Se sirvió una moderada co– mida en vajilla de barro y con cubiertos de madera. ( Brevis Notitia Baethicae Provinciae, Apéndice X. pág. 164).

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