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442 El Padre Esteban de Adaain m1s1onero, como los de Antequera y Sanlúcar. Lo mismo aconteció en Cuevas Altas, a donde llegó el día uno de Ju– nio, después de haber asistido en Antequera a la procesión del Corpus. Hizo el viaje en tren hasta Archidona y desde aquel punto a pie con un sol abrasador. Era tan enorme el concurso, que no cabiendo en el espacioso templo, se deci– dió el Padre Esteban a predicar en la plaza, comenzando el ejercicio a las nueve de la noche para comodidad de los campesinos. Hombres que hacía veinte años o más que· rehusaban las prácticas religiosas, prorrumpían todos los. días en llanto. cEsta villa, dice el P. Esteban, ha quedado enteramente mudada; todos han correspondido a "!a gracia de Dios• (!). En carta dirigida a su hermano con fecha nueve de· Junio decíale: cNos llaman de todas partes•. Y lo mismo había comunicado pocos días antes al Reverendísimo Padre Comisario. (1) Ibid. p. 13 de la copia.
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