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El Padre Adoain en Andalucía 441 muchedumbre que se entregó a manifestaciones de inena– rrable entusiasmo. Y en aquel templo continuó la misión, .advirtiéndose al público, que era sólo para los que no ha– bían podido oír a los misioneros en la Parroquia. Todos ]os días hubo tanta concurrencia como en el barrio alto. El día seis de Mayo se celebró la comunión general. causando impresión consoladora al ver que se acercaban a la Sagrada Mesa con suma devoción muchos individuos que no habían entrado en una iglesia en veinte, treinta o más años. El Padre Esteban expresa su satisfacción con estas fra– ses: •Aquellos mismos que en los días de la revolución de los cantonales iban con picos y barretas, derribando las clausuras de las monias, tirando a tierra las paredes de sus celdas, violando las sepulturas; aquellos que saqueaban las iglesias y pisoteaban las imágenes y las acuchillaban y despedazaban, ahora al terminarse los sermones excla– maban: •¡Vivíamos engañados!... • cLos mismos que orde– naron el cierre de las iglesias de Sanlúcar durante los me– ses de disturbios y revolución y encerraron en el castillo las imágenes de los santos y de Jesucristo, ahora rogaban al misionero que la última función religiosa de la misión se celebrase en la plaza» (1). Este desahogo del espíritu apostólico de nuestro egregio misionero expresa la exacta realidad. Todavía por los años 1925 los que fueron testigos de vista nos referían los acontecimientos,· usando las mis– mas frases que hemos tomado de los apuntes del Padre Es– teban, y citando nombres de cantonales convertidos. El último sermón fué predicado el día seis en la ex– p lanada que existe ante la fachada del antiguo convento de Capuchinos; y .allí se dió la Bendición Papal a una mu – chedumbre de trece mil personas. Todo ello ante la imagen de la Divina Pastora que había sido trasladada procesio– nalmente. La ciudad de Sanlúcar de Barrameda no había p resenciado acto como aquel. ni lo ha presenciado después. El día 9 se dirigió a Chipiona, población entonces de unas cuatro mil almas, donde inmediatamente comenzó la misión. Republicanos, radicales, liberales progresistas, repu– blicanos cantonales rindiéronse ante la palabra cálida del (1) !bid.

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