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Continúa su apostolado en _:_N_:_a::.v:...a::.r-=-r-=a-____4-=--=3-=3 14 a las siete de la tarde, en este convento de Antequera .. » Con un plumazo del Padre Comisario quedó roto e in– cumplido el grave compromiso que el buen Padre Estebán tenía contraído con el señor Obispo de Pamplona y frustra– das las esperanzas de los Párrocos de la Ribera de Navarra que con tan viva ansiedad esperaban al misionero, y bur– lada y disipada la expectación de la Provincia entera. Na– varra experimentó una gran pérdida con la ausencia de tan egregio misionero que en pocos meses hubiera levantado la moral y el espíritu de todo el país. Lo acontecido en Ando– silla, Cárcar y San Adrián era muestra y anuncio de la con– moción cada día creciente que las misiones del Padre Este– ban hubieran despertado en toda la Provincia. Todo esto vió el siervo dP Dios. El Padre Comisario no tenía motivos para verlo. Hubiera bastado que aquel hubie– se recurrido al Obispo de Pamplona o hubiese expuesto al Comisario la gravedad del compromiso y las fundadas es– peranzas de tanto bien espiritual, para que el Comisario contestase condescendiendo con los deseos de todos. Nuestro Padre Esteban podía haber objetado también que él no tenía obligación estricta de obedecer al Comisario Apostó– lico, ya que el convento de Bayona estaba sujeto a la inme– diata jurisdicción del reverendísimo Padre General de toda la Orden (1). Prefirió callar cerrando los ojos a toda consi– deración y a todas las razones. Dobló su cuello bajo el yugo dé la santa obediencia con la docilidad y la mansedumbre de un cordero, sin exponer quejas a sus amigos ni a los párrocos de Navarra que le esperaban. Ya dijimos en el capítulo anterior que, desestimada por el Gobierno la petición de reapertura del convento de Pam– plona, se pensó abrir el de Antequera de la diócesis de Málaga. No podría el Gobierno abrigar recelo de que sería un centro carlista. En efecto, con fecha 11 de Enero de 1877 fué expedida una Real Orden autorizando que los Capuchinos españoles (1) Desde Mayo de 1804 los Capuchinos españoles estaban baj<> la jurisdicción de un Comisario Apostólico, capuchino español tam– bién, y no bajo la jurisdicción del Rvdmo. Padre General de la. Orden que residía en Roma. Por los años en que se desarrollaron los sucesos narrados en el texto, era Comisario Apostólico el Pad1·e J osé de Llerena que desempeñaba este cargo desde Abril de 1872. 28
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