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430 El Padre Esteban de Adoain me ha leído la conciencia; no ie puedes explicar lo que siento en mi alma! .. » Al día siguiente el joven Sagüés hizo una confesión general con el Padre Esteban, experimentando gran con– suelo y extraordinarios favores de la gracia divina. Al re– ferir después a su amigo el éxito de su confesión, díjole que el misionero le había adivinado todas las faltas, hasta los menores detalles. Pocos años después, a l morir el Padre Esteban, ambos amigos adquirieron reliquias suya.s, que conservaron con suma veneración toda la vida. Los sanmartiñenos, gente impresionable, se superaron a sí mismos en las demostraciones de entusiasmo y cariño a los misioneros. El día dos de Enero, a la hora de la des- · pedida, se lanzaron a la calle y al camino todos, incluso los niños más pequeños, atropellando a los Padres por be– sarles las manos, en medio de un· ruido ensordecedor de repique general de campanas, salvas, vivas, cánticos sa– grados. No pocos hombres, la mayor parte muchachos, les acompañaron hasta Olite, donde entraron clamorosamente, sin que los misioneros pudieran_evitarlo con sus reconven– ciones. Al entusiasmo correspondió el fruto espiritual. Des– aparecieron los cuchillos y pistolas de los cintos. Se supri– mieron las rondas nocturnas. Cesaron las violencias y pen– dencias. Reconciliáronse las familias que estaban enemis– tadas con ocasión de la guerra y de las luchas políticas. De Olite regresaron a Bayona con el doble objeto de practicar los santos Ejercicios y para solicitar que el Padre Saturnino fuese habilitado para el sagrado ministerio, previo examen de reválida de la carrera, que se exige en la Orden Capuchina. Y ya el día 12 de Febrero emprendía viaje para su campo de apostolado. ·El día trece, martes de carnavaL es– cribe el Padre Esteban, llegamos a Falces; y el catorce se dió principio a la santa misión. El Párroco don Eustaquio Arrasate, que lleva 20 años de servicios, dijo que nunca había visto tanto concurso». (Cuaderno IV, p. 3). El testimonio del párroco citado por nuestro misionero. es muy elocuente. Había llegado hasta Falces la fama ,de los éxitos ruidosos de las anteriores misiones. Se conoc1an ya no pocos prodigios operados por el Padre Esteban en su larga carrera apostólica, sabíase de público y se comen·

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