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..:.4_18:....________:E:._/....:P..:::adre Esteban de Ad_o_a_in _ _______ tarde. Su paso por las calles causó asombro y agradable sorpresa. Eran los primeros Hábitos que se veían por la Ciudad después de cuarenta y dos años. La noticia de que unos Capuchinos circulaban por Pamplona, corrió como reguero de pólvora. Se hospedaron en el Seminario, donde su rector el virtuoso D. Pedro Velasco les recibió con aran cordialidad y visible contentamiento, honrándose con-dar hospitalidad a un misionero tan benemérito y de tanta fama como el venerable Padre Esteban. El Padre Málaga era aún muy joven. No habían. pasado muchas horas cuando el Gobernador de Pamplona D. Serafín Larráinzar, al notar la conmoción del pueblo y al saber que menudeaban las visitas al Seminario, envió un aviso al Rector diciendo que los Capuchinos de– bían despojarse del Hábito o ausentarse de la ciudad. La orden del Gobernador fué dura, pero explicable. El temor de nuevas inl<¡mtonas carlistas en Navarra era general en no pocas provincias y en Madrid. Ya por esta causa, ya también porque se proyectaba una serie de viajes del rey por toda España, el señor Cánovas, presidente del Gobierno, procedía vigorosamente, •merecie_:t:do que un diputado afec– to al régimen, le acusase de ejercer una dictadura• (l). Y no es aventurado creer que cursó severas instrucciones a los Gobernadores, urgiéndoles la vigilancia. El de Pamplona quería demostrar a España y al Gobier– no, que la paloma simbólica de la paz extendía sus alas por la provincia. Y no pudo menos de causerle gran con– trariedad la presencia de dos frailes venidos de Francia, donde residían no pocos jefes carlistas que habían militado en la reciente guerra. Ante la orden del Gobernador, el Padre Málaga regresó a Bayona. Pero el Padre Esteban salió en busca del Sr. Obis– po que se hallaba en visita Pastoral por los pueblos de la montaña de la misma Provincia de Navarra. Tomó el camino a pié, el día dos de Septiembre, hacia Urroz-Villa donde predicó el día tres por ser domingo. De su estancia en Urroz-Villa dejó nuestro misionero un recuerdo impresionante. Hospedóse en casa de un Be– neficiado, ejemplar Sacerdote, llamado D. Miguel Juanmar· tiñena. Era la media tarde cuando este señor mostró al (1) Antonio Ballesteros, Hist. de España, T. VIII, p. 315.

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