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El Misionero en Navarra y Guipúzcoa 415 -Por lo primero me riñó mucho. De lo otro, como si -vacilara, comenzó a hacerme reflexiones acerca de las con- diciones en que debe hacerse la guerra para que sea lícita y sin terminar, hubo de darme la absolución. El tiroteo nos ·puso nerviosos y yo me levanté rápidamente, para formar ]a compañía. Desde Lastaola, el Padre Esteban continuó recorriendo ]os pueblos o caseríos próximos a la línea carlista formada por las posiciones de Urcabe, San Marcos, Astigarraga, Mu– nuaundi. Santiagomendi. Cerca de Astigarraga aconteció lo mismo que en Las– taola. Oía el Padre Esteban las confesiones de los batallo– nes tercero y cuarto de Guipúzcoa en el caserío Garciategui, cuando fueron sorprendidos por un serio ataque de las Juerzas del general Loma, corriendo los carlistas a las trin– cheras de Choritoquieta. (!) Durante todo el mes de Enero y parte de Febrero del año 1876 continuó el Padre Esteban su ministerio espiritual por los caseríos de Guipúzcoa llegando hasta Tolosa, donde t>stuvo tres días. Con fecha dieciocho de Junio escribía desde Bayona a su hermano: . Me vine unos días antes de la confusión.. » El buen Padre alude a la dispersión de las tropas car– listas y pérdida de la guerra. El día 27 de Febrero había repasado Don Carlos la frontera, internándose en Francia. Unos días antes la había repasado nuestro célebre Padre Esteban. Aquel por Val– carlos y Arnegui. Este por Dancharinea. Ambos al despedirse de España, exclamaron: «¡Vol– veré!» Don Carlos no volvió. El Padre Esteban volvió, como lo veremos en el capítulo siguiente. (1) Así nos f ué 1·eferido por el sargento carlista QuerejPta, testigo presencial, que hoy es Capuchino con el nombre de José Ma– .ría de Azcoitia.

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