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El Padre Adoain en Estados Unidos y en Francia 405 Jo alcanza; quien a Dios tiene, nada le falta; solo Dios basta. Daba estos consejos a su buen hermano y recordábale esta verdad ascética, mirando sin duda a los acontecimien– tos de España graves y amenazadores para todos. Por aque– llos días España sostenía tres guerras: la cantonaL la car– lista y la de Cuba. Cádiz, Sevilla, Málaga, Granada, Murcia, Cartajena y Valencia habíanse consti\uído en cantones independientes <le la república de Madrid proclamada en Febrero de 1873, al abdicar el infortunado Amadeo. En la isla de Cuba con– tinuaba con encarnizamiento la guerra comenzada el se– senta y ocho. Los carlistas de Navarra se habían lanzado a! campo obedeciendo la orden de Don Carlos dada el vein– tiuno de Abril de 1872. Y a pesar de la derrota sufrida en .Qroquieta el cuatro de Mayo y del convenio de Amorebieta (24 de Mayo), de nuevo surgió la guerra, que se intensificó .al proclamarse la república, siendo el principal teatro de ella la provincia de Navarra (l). El estruendo del combate <le Monreal habido entre las fuerzas de Olio y las de Nou– vilas, que cañoneó con una batería de montaña, oyóse des– <le Irurozqui, aldea en que moraba Don Martín, a quien iba dirigida la carta del Padre Esteban. El frecuente paso de tropas de ambos bandos por la comarca, pidiendo raciones y servicios personales, se consideraba como una desgracia. 1'odo ello motivó la carta del Padre Esteban. Don Carlos entró en España el día dieciseis de Julio. Antes de terminar este año de 1873, los carlistas eran due· ños de casi todo el país vasco-navarro que habían poseído en la anterior guerra civil llamada de los SIETE AÑOS. Este éxito despertó en los Capuchinos navarros de Ba– yona la esperanza de poder entrar en Navarra y el deseo de habilitar alguno de los conventos abandonados, o cuan– do menos alguna residencia, a fin de recoger buen número de religiosos que deseaban volver al claustro y que no podrían acomodarse en la estrecha casa de Bayona. Sin duda fué este el objeto de un viaje que nuestro Pa– dre Esteban hizo a tierra de Estella, ciudad navarra,· que era la corte de Don Carlos. Así se deduce de la carta que le fué dirigida por el Rvmo. Padre Egidio, General de la Orden, el cual otorgándole el permiso para entrar en España, le (1) Historia de España. A. Ballesteros, t. VIII, p. 191.
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