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4---'-0_4______-=E-'-1_:_P.::adre Esteban de Adooin - »Asistía a todos los actos de Comunidad. Era gran guardador de la Seráfica Pobreza; vestía un Hábito raído·· a pesar de su avanzada edad, calzaba sandalias; el a jua; de su celda consistía en una tarima para dormir, un ban. quilla para sentarse y una sencilla mesa con tres o cuatro· libros para su estudio. No salía de ia celda sin ser llamado para el sagrado ministerio u ·otro asunto; solamente salía un ratito (no recuerdo si todos los días) a la huerta con tal compostura, que edificaba a propios y extraños, y siempre· en silencio. Debió ser a fines de 1876 el Párroco de Behovia (Francia) que lo había tenido en su casa unos días oara· predicar, me dijo que le edificó tanto con su vida peniiente y ejemplar, que lo tenía por santo. Cuantos le conocieron, hablaban elogiosamente de él». (1) No es extraño que los religiosos intentaran e!"egirle para Guardián del Convento cuando aún no se había cumplido un año de su llegada a Bayona. «Hace unos días estuvo aquí el Padre Visitador envia– do por el Rvmo. Padre GeneraL escribe el mismo Siervo de Dios, en la carta de Junio de 1873 dirigida a su hermano, y toda la Comunidad le pidió que me nombrase Guardián. Pero yo le expuse mis inconvenientes por ignorar la lengua francesa y otras cosas más. Por fin me ha hecho Vicario del Convento. El lunes de esta semana regresé de Azparren; en donde di los santos Ejercicios a los jóvenes españoleS' en español y a los vascos franceses en vasco. Son todos co· mo doscientos los que se hallan en aquel Colegio». (2) Nuestro Padre Esteban era empedernido en eso de re" nunciar prelacías; nunca se juzgaba preparado para des· empeñarlas. Este hecho acusa muy a las claras una humil' dad de buena ley y un espíritu prócer. En la misma carta pasa bruscamente a otro asunto y hace el oficio de misio' nero con su hermano exhortándole a la paciencia. ·Siempre hay que sufrir de una o de otra manera. Pero teniendo a Dios presente, teniéndole en el alma, llevándolo en el corazón. se vive tranquilo e{l medio de los infortunios. y desgracias de este mundo... Sa nta Teresa de Jesús en medio de sus persecuciones decía: Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa. Dios no se muda; la paciencia, todo (1} Carta dirigida al autor de este libro, fecha 2 noviembre 1925. Archivo del Vicepostulador, Carpeta XII. (2) Archivo del V. Postulador, Carpeta VI.

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