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La Revolución en España. El Padre Adoain a Italia 35 tir noviClOS en los conventos. Desde los periódicos se fus– tigaba sarcásticamente a los curas y a los religiosos. Se organizó la matanza de frailes, crimen verificado el día 17 de iulio en los conventos de Madrid. El año 1835 presenció una verdadera revolución anti– clerical. Fueron expulsados los Jesuítas y confiscados sus bienes, fueron suprimidos los conventos que no tuvieran doce religiosos, exceptuando a los escolapios y misioneros de Filipinas. Se establecieron ]untas revolucionarias, e iban suble– vándose numerosas ciudades al grito de Constitución o muerte. Se registraron nuevas matanzas de frailes en Ma– -drid, Murcia, Zaragoza, Reus y Barcelona. El ministro Mendizábal. que subió al poder en septiem– bre del citado año, fué pródigo en promesas; pero diríase que no pretendió sino contentar a los liberales. Suprimió todos los conventos (l) y el fuero eclesiástico; y prohibió dar beneficios a los clérigos que no acreditaran con actos p ositivos su adhesión a Isabel II. la cual era aún menor de edad. Nada de esto contentó a los liberales. Llegó el año 1836 y aún continuaba la anarquía, cometiéndose repugnantes crímenes. Los sublevados en La Granja obligaron a la reina regente María Cristina a firmar un decreto restableciendo la Constitución. Los progresistas de Madrid se alzaron con– tra el Gobierno, obligando a los ministros a huir precipita– damente, siendo muerto el general Quesada. Se suprimie– ron los conventos de monjas que no tuvieran veinte reli– giosas; se sacaron a pública subasta los bienes de la Igle– sia; se prohibió a los Obispos conferir Ordenes sagradas bajo pena de destierro, etc. La guerra civil se había generalizado. Y adquirió ca– rácter muy cruel en ambos bandos. En 1837 se promulgó la Constitución. La Corona sufría continuas vejaciones por parte de los ministros exaltados. Gran parte de los Obispos estaban desterrados de España o procesados. Muchos habían emigrado, quedando las Dió– cesis regidas por gobernadores eclesiásticos progresistas, nombrados por el Gobierno. · En 1838 se produjo una reacción saludable, llegando (1) Decr eto de 11 Octubre 1835.

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