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El Padre Adoain en Estados Unidos y en Francia 401 dre Francisco de Bossost octogenario que no pudo soportar la fatiga y las fuertes emociones sufridas. Los Padres Jesuí– tas tributáronle honores fúnebres muy solemnes. No pocos católicos de California rogaban a los Capu– chinos desterrados, que fundasen una casa de Misioneros en el país, prometiéndoles que nada les faltaría. Pero cuan– do algunos seglares prestigiosos hablaron espontáneamen– te con el Prelado, este les manifestó que hallaba gran opo– sición entre ciertos elementos que eran los más obligados a cultivar la mística heredad de Jesucristo. El Obispo de Monterrey les ofreció dos solares de an– tiguas misiones franciscanas. Trasladóse allá nuestro buen Padre Esteban, creyendo que podía cantar victoria; pero su desilusión fué enorme al ver nada más que montones de ruinas y campiña inhabitada. Siguiendo el parecer del Padre Esteban, resolvieron todos los desterrados agregarse al Comisariato de los · Ca– puchinos alemanes que tenían casas en Nueva-York. en Mil– vaukee y en Calvario, mas el Hospicio de la misma ciudad de Nueva-York. Comisionado por los Padres, nuestro misio– nero emprendió viaje el veintidós de Agosto, a la provincia de Wisconsin situada en la parte norte de los Estados Uni– doa, llegando el veintiocho a la dudad de Milwaukee, don– de fué muy bien recibido por el Comisario General Padre Francisco Haas de Metzerlen que le brindó hospitalidad para todos. El Padre Segismundo envió allá diez jóvenes recién profesos, trasladándose los restantes a Nueva-York. Pronto hubo de convencerse el buen Padre Esteban de que no había acertado. Ni él ni sus jóvenes discípulos po– dían soportar el rigor del clima de un país tan frío. Los de Nueva-York se trasladaron a mediados de Octubre a Fran– cia, incorporándose a la provincia Capuchina de Toulouse. Pocos meses después el Padre Esteban y sus discípulos hicieron lo mismo. (!) (1) Aunque el Padre Metzerlen recibió con gran caridad a los desterrados, discrepaba de la opinión del Padre Adoain res– Pecto a la forma o condiciones en que habrían de morar en aquella Provincia. El Padre Adoain, del~gado y portavoz del Pa– dre Segismundo, expresaba el deseo de que los españoles vivie– ran bajo la obediencia de un Superior español. El Padre Metzer– len proponía que se disolviese el grupo de españoles para ser dis– tribuidos en las cuatro Casas. El Rmo. Padre General, a quien Se consultó, aconsejaba que los Coristas vivie1·an reunidos baje> 26

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