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CAPITULO XXXVII LOS CAPUCHINOS EXPULSADOS POR LA REVOLUCION (1872) JNDIGNACION Y GENEROSIDAD DEL PUEBLO DE CHIMALTENANGO.- INTENTO DE ATAQUE A LA TROPA.-UN ALARDE EN QUEZALTENANGO.- EL DIREC– TOR DE •EL MALACATE•.- OTRO INTENTO DE RESISTENCIA. - EL NAVIO NORT~AMERICANO.-EXPULSION DE LOS CAPUCHINOS DE •EL SALVADOR•. H EMOS dejado a los frailes Capuchinos cercados de fusiles en la Antigua, de donde salían, llevando el corazón oprimido por las escenas de sangre y por la incer– tidumbre de su futura suerte. ¿A dónde se les conduce? He aquí una incógnita in– quietante. Un gobierno cuyo verbo y aima es el sectario Rufino Barrios ¿se empeñará en llevarlos a Méjico, donde im– pera la revolución? ¿Y no habrá dado alguna orden más draconiana? El Gobierno, como sabe ya el lector, había dis· puesto que se les condujera a la frontera mejicana. Seme– jante decreto, que equivalía a una sentencia de muerte, su– frió cuatro días después, una modificación, dándose la orden de que fueran conducidos al puerto de Champerico. Pero en– tre tanto los Capuchinos emprendieron la marcha, presa de la incertidumbre. Los jóvenes no podían ocultar su abati– miento; y durante el viaje interrogaron más de una vez a los Padres, como Isaac a Abraham: -¡Padre! ¿a dóndE: nos llevan?. -¡Hijo mío, no lo sé--contestaban los ancianos llenos de emoción. El puerto de Champerico se halla al sur de Guatemala. Demasiado lejos para unos desterrados que debían viajar bajo un sol abrasador. No existiendo camino directo, deberían recorrer ciento
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