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__-------------~La~r~e~vo~/u~c~io~·n~y~/~o~s_C~a~p~u~ch~i~n~o~s------------~3~8=3 1 ostro del Padre. Pero aceptó el ofrecimiento llevando el vaso a los labios y apurándolo en un instante. Había sido cdvertido, según confesó después él mismo, que se abstuvie– se de tomar comida o bebida en el convento, porque los h'ailes tratarían de envenenarle. Pero ante el espectáculo de aquellos treinta y nueve hombres dóciles y humildes, que tan mansamente se disponían a obedecer, ante la caridad y solicitud del Padre Esteban, se persuadió de que eran víctimas de una calumnia y bebió sin recelo. Desde aquel momento -~ambió de actitud y bajando la voz, comenzó a tratarles con más miramiento. Presentó sus excusas al Pa– dre Superior. Y dirigiéndose a toda la Comunidad, dijo que en vista de la sumisión que manifestaban, les trataría con ¡espeto; que aquella noche la pasarían en Antigua, respon– diéndo él de la seguridad personal de.cada uno de ellos. Serían como las nueve y media cuando los frailes sa– lían del convento. Colocados entre dos filas de bayonetas, rompieron la marcha hacia el interior de la ciudad. Con una mirada despidiéronse de aquella mansión de paz, cuya silueta se perdió en la oscuridad. El coronel quería salvar lo más rápidamente posible el medio kilómetro que mediaba entre el convento y el palacio de la Audiencia, viejo caserón en que habían de ser alo– jados los frailes aquella noche. Lo3 vecinos habíanse dado cuent;:r de lo que ocurría y salieron a las calles formando numerosos grupos, oyéndose qritos de dolor. «<bamos internándonos por las calles, e iban creciendo más y más los ayes de hombres, mujeres y niños. Y así fui– mos conducidos en medio de quinientos soldados con su ba– yoneta armada hasta el palacio de la Audiencia. Cuando nos vimos dentro del edificio, dimos gracias a Dios de ha– bernos sacado de un verdadero peligro; porque veíamos que la tropa iba preparada a hacer fuego al más mínimo movimiento de hostilidad que hubiera habido; y suponíamos <:on fundamento que las primeras víctimas seríamos nos– Otros. Pero el pueblo prudente y religioso, se contuvo; y se <:ontentó con llorar... • (1). Llegados al palacio, fueron alojados los prisioneros en lln salón desmantelado y sucio. Una débil bugía colocada - -- (1) C. III, pág. 194.

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