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El Misionero ante la revolución 373 -------------~~~~~~~~~~=~~~----------~-= »Me han asegurado que asistieron al sermón D. Vicente LeaL Párrcco, D. Lorenzo Leal, don Manuel Arroyo, médico, D. Miguel Balmes, D. Francisco Palacios, D. Francisco Ai· trán y D. Pascual Echeverría, quienes pueden decir y de– d orar si es verdad lo que digo aquí. »He leído «El Crepúsculo» del 6 del corriente, y puedo ase– qurarle al señor Ministro que cuanto dice sobre .el sermón .del Viernes Santo es una solemne falsedad. »Pasemos al último sermón predicado el día de .ia Re– surrección en el Santuario de Guadalupe. Tanto el templo como la calle y plaza estaban atestados de un inmenso .gentío. Después de haber tratado de la espiritual resurrec– ción del alma, hice ver la desgracia de aquellos que es– criben contra la religión y aconsejan al Gobierno la liber– tad absoluta de cultos, como lo hace el número cincuenta .de . El Malacate». Manifesté en qué consiste la libertad ab– soluta de cultos. Aclamé que siendo el Gobierno de. Gua– temala Católico, Apostólico, Romano, como ha manifestado en sus decretos, jamás permitiría tal cosa, porque sabe muy bien que estamos en posesión de la verdad y no necesita– mos ni del error ni de la mentira. He aquí, señor Ministro, lo que he predicado a miles que me han oído. ¿De dónde pues, tantas falsedades y tan repetidas quejas cont;:n Fray Esteban? Señor, esta campaña no es nueva; muchos años ha, que media docena de la Antigua la tienen abiertc. No han ido sólo a ese Gobierno con tales pretensiones, tam– bién a le1s autoridades del otro iban, exigiendo que me hi– cieran callar. , ¿Por qué tanto empeño y precisamente de los más ilus– trados de la Antigua en que Fray Esteban salga de la Re– pública? A esto contesto. ¡Ilustrados! Ellos podrán ser tales según el mundo, mas no según la moral cristiana, no se– gún el Evangelio. ¿Cómo podrán mirar con buenos ojos a los Capuchinos los divorciados de sus legítimas esposas, a quienes se les predica non licet como lo hacía San Juan Bautista y se hallan públicamente amancebados como He– rodes? ¿Cómo podrán oir con gusto las continuas invecti– Vas contra la sucia y asquerosa impureza, jóvem.s y viejos que desde la infancia están revolcándose corr.o animales inmundos, sicut sus in volutabro, como dice el Apóstol San Pedro? ¿Cómo podrán los falsos e hipócritas católicos mi– rar C')n ojos pacíficos a los Padres Capuchinos cuando éstos

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