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372 El Padre·Esteban de Adoain cincuenta y uno de «El Malacate» la manera soez, escan– dalosa, infame e indigna que trata a todas las Corporacio– nes religiosas y a nuestra Religión Católica, Apostólica, Ro– mana, entonces sí que me vi en la necesidad de concien– cia de salir a la defensa como católico, como Ministro de Dios, como religioso y como Misionero apostólico, aun. que indigno. Y para que nadie me pudiera tildar que y 0 . exageraba, fuí leyendo punto por punto y refutando sus falsedades, sus calumnias no sólo con la Histeria en la ma– no, sino con hechos evidentes y palpables. Y por último dije a mi auditorio que si como ha llegado a mis manos •El Malacate», ha llegado a la noticia de nuestro ilustrado Go– bierno, estoy seguro que dará sus providencias. »Es muy cierto que se conmovió el pueblo y lloró a lágrimas tendidas pero fué por ver tratados a los Ministros de Dios peor que a los animales de carga, y a las Espoms. de Jesucristo mucho peor que a unas prostitutas. Nos trata de ignorantes, ambiciosos, avaros, zamarros, fanáticos, per- judiciales (!). «Señor, ni Lutero, ni Calvino, ni Voltaire han escrito· así. »Pasemos ahora al sermón d¡¡ la Merced que fué el Viernes Santo. Pero ante todo, advierto a su Señoría que no bajaban de tres o cuatro mil los oyentes. Y como Sacer– dote diré a V. Señoría la pura verda!l. Al subir al púlpito me fué entregada por el Párroco D. Vicente Leal, la Pastoral o edicto de la condenación del número cincuenta y uno de· .El Malacate», para que hiciera el favor de leerla. Y leída, les hice una pequeña explicación de la obligación que to– dos tienen de obedecer. En seguida leí el número cincuenta de «El Malacate» en el que se aconseja al Gobierno qué debe· hacer con los bienes de los Regulares y pide la libertad de cultos. Sobre el primer punto me expliqué así: No creo que nuestro Gobierno, instruído, como lo considero, en la Histo– ria, siga el consejo de «El Malacate», porque no ignora que todos aquellos que se han metido con la Iglesia fueron cas– tigados por Dios. (Aquí cita algunos casos de Historia con– temporánea, y continúa). (1) (Aquí copia el buen P. Esteban las palabl'as del pape– lucho y se las ofl'ece al ministro de la Gobemación. Constituyen una gravísima injuria al Sacramento de la Penitencia.

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