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El Misionero on te_l_a_r_e_v_o_lu_c_i._ó_n_______ _:3.:_7_! eterna en favor de las almas, como eran todas las que sa– lían de la boca de Jesucristo, pero no le oyeron ni uña que les concitase a la rebelión contra las autoridades consti– jUÍdas o que pudiesen producir especies subversivas contra el orden público. Y si las produjo fué en aquellos que asis– tieron a oirle como los fariseos a Jesucristo: Ut caperent eum in sermone. Mas de ninguna manera las produjo a los que asistieron con buen fin, esto es, por su provecho espiritual. y si éstos se han alarmado a favor del predicador y contra un pequeño número de calumniadores, no crea V. E. que haya sido por lo que dijo el Padre, sino por lo que han dicho y siguen diciendo los mismos calumniadores. No re– conociendo, pues, la menor culpa en tan digno predicador apostólico, muy amado hermano y súbdito mío, me guar– daré bien de secundar su destieno, pidiendo su pasaporte bajo pretexto alguno a ese Gobierno supremo. Si este se re– suelve a desterrarlo, no quiero ni debo tomar parte por no hacerme reo delante de Dios y de los hombres. Este su aten– to y caro servidor q. b. s. m.-Fray Segismundo de Mataró, Guardián y Comisario Generah (1). Con esta carta el P. Segismundo se jugó la suerte de l9s Capuchinos de Centro América, como lo verá el lector muy pronto. He aquí ahora la del Venerable P. Esteban: «Antigua Guatemala, 12 de abril de 1872. Señor Minis– tro de la Gobernación D. Francisco Alburés. •Muy Sr. mío y de todo mi aprecio: El señor Párroco de San José D. Francisco Martínez ha tenido a bien remiiir la atenta de V. E. del 7 del presente a este mi Rvdo. Padre Guardián, quien me ha entregado para que me entere de ella y conteste a V. S. al fin de que se la comunique . al señor Presidente de la República, como lo hago. »Señor: En toda la Cuaresma he predicado diecinueve sermones en este Santuario de Guadalupe (iglesia de nues– tros Terceros) siendo tanta la afluencia de oyentes, que se llenaban el templo, la plaza, la calle; y ninguno podrá de– cir con verdad que haya hablado de política y ·menos con– citando al pueblo a la rebelión, sino al arrepentimiento de BUs culpas. Pero, señor Ministro, cuando yo leí en el número (1) Cuaderno III del P. Esteban de Adoain, pliego 43, Ar– ehivo del Vice-Postulador, Carpeta VIII, n. 50.

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