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Triunfa la revolución en Centra-América 363 ¡as manos a l cielo pidiendo misericordia. Los hombres se ¡ban presentando en grupos, todos armados, ¡mos con armas de fuego, otros con machetes, puñales y palos, diciendo que estaban dispuEstos a derramar hasta la última .gota de su 5 angre . (l). »Don Francisco Alburés, actual Ministro del Gobierno, era el jefe político de la . Antigua; y viendo tan grande y repentina conmoción, se presentó diciendo al pueblo, que era fa lso cuanto se decía, que él no tenía orden contra los Capuchinos. Pero nadie le daba crédito. Hizo que la Comu– nidad sajiera a apaciguar a;! pueblo; pero ni aun así qmsie– ron retirarse. Por momentos se iba aumentando el número, lle:¡-ando como por encanto de lo3 pueblos vecinos. La fuerza armada no se a trevió a salir del cuartel». El Jefe político escribió al Gobierno: • Son las once de la noche y el convento de Padres Ca– puchinos de esta ciudad se halla rodeado de cincó mil p:er– sonas armadas de escopetas, pistolas, machetes, puñales, dispuestos a morir antes que dejar salir a esta Comunidad. Dígame qué he de hacer». «La contestación del Gobierno fué dar un manifiesto, diciendo que nunca había pensado expulsar a los Capuchi– nos. EE.te mismo lenguaje usó hasta el último momento. Y el mismo Alburés, siendo ya ministro, personalmente y por escrito, me manifestó que no tuviésemos temor ninguno, C!ue jamás tocará el Gobierno a una Comunidod que hacía tanto bien en la república de Guatemala». (2) De la relación que el Padre Esteban nos hace de los. sucesos, se desprende claramente que el nuevo Gobierno de Guatemala se movía al compás de los carbonarías que en Italia usurpaban, por los mismos días, al Papa Pío IX los Estados pontificios; de los que en Suiza suprimían las escue– las católicas y las Congregaciones religiosas de enseñanza Y desterraban al Obispo Mermillod; de los liberales progre– sistas o radicales que en España hicieron la revolución de (1) El Cronicón dice textualmente: «El 28 de agosto de 1871 corrió Ía voz que el jefe político, Gobernador, había recibido la or– dt:n de expulsar a los Capuchinos; y al momento se presentaron tnás de cinco mil personas, para impedir tan sacrílega disposición– Fué tan imponente la manifestación, que el Gobierno tuvo que sus– Pender el decreto y esperar tiempo para una sorpresa. (Libro II, capítulo V, pág. 179.) ( 2) Cuaderno III, pág. 184 y sig .

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