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:a·__ 4_4_ ______E_I_Padre Esteban de Adoain ienía sereno y con la mayor reserva. No hubiera tomado e ·consideración una cosa tan pueril como la desaparición dn ·unas viandas en tan poca cantidad. e . Pero al ver las circunstancias inexplicables que rodea. .ban el hecho, y sobre todo, viendo que se perturbaba la paz ·de la Comunidad y que sufría detrimento -la unión y confian– za mutua de los religiosos con perjuicio espiritual de todos ·y con escándalo de los jóvenes, se determinó a tomar cor– ·tas en el asunto. Interrogó en secreto y con afabilidad a algunos frailes. Un día, reunida la Comunidad en el refectorio, expuso la aro– vedad de lo que ocurría ya que los hechos llevaban caní'ino ·de repetirse inde-finidamente y de dar al traste con la cari– dad fraterna. Orcjenó que cada religioso confesara sus cul– pas, según la costumbre de la Orden, declartmdo la falta de disciplina más calificada que hubiese cometido. Todos di– jeron ?·U culpa; mas nadie se acusó de haber hurtado comes– ·tibles en ningún tiempo. Ccnvencióse el Padre Esteban de la inocencia de todos los religiosos, de cuya palabra no podía dudar. Declaró que ·no quería hacer a nadie la injurio de no creerle. Y exclamó: el eilemigo se empeña en sembrar cizaña en el fértil campo de esta Comunidad. Exhortó al HerÍr..ano Isidro a la paciencia; le dijo que todo lo que ocurría era un malígno juego' del enemigo de las almas, a quien se vence coñ l¡::r oración y con la resignación. El buen Hermano se tranquilizó; no hizo más caso de seme– jantes incidencias. El Padre bendijo y roció con agua bendi· ia toda la enfermería. Y cesaron los hurtos misteriosos. Cuando el Herma no Isidro nos refirió estos aconteci– ·mientos, terminó exclama ndo: ¡aquel hombre era un santo!... También los oímos de labios del Padre Santiago de Gua– temala, que era uno de los novicios enfermos puestos bajo la jurisdicción de Fray Isidro. Y añadió: ¡Nadie dudó que ollí hubo intervención satánica !...

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