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El Padre Adoain, Comisario General 343 dictamen del médico, sufría una enfermedad oculta heredi- taria. : Referiremos ahora uno de los sucesos 'raros ocurridos en el·convenio de Antigua Guatemala durante el tiempo en que el Padre Esteban gobernó a los Capuchinos de Centro América. · Hallábanse en la enfermería cuatro novicios, dos de los cuales sufrían terribles convulsiones nerviosas. En la misma dependencia de la enfermería había una cocinilla y una despensa, en .la que se guardaban algunas escasas provi– siones, para el consumo diario; huevos, leche, chocolate, etc. todo cerrado en buen armario. Cierto día, sin que el Her– rnano enfermero que era Fray Isidro de Torciera, hubiese prestado la llave a nadie, desaparecieron las provisiones. Ya se deja énte:nder la sorpresa y turbación del Hermano y las cavilaciones y sospechas a que se entregaría. Tomó las precauciones que él creyó necesarias para evitar otra desaparición que para él era grave. Mas de nada sirvieron; porque otro día se desvaneció una buena .parte de las pro– visiones. El Hermano Isidro, a pesar de su carácter tranauilo· y calmudo, se indignó, protest6 y puso el. suceso en co;;_oci– rniento del Padre Esteban; y no contento con esto, habló con los religiosos de su confianza, manifestando sus recelos oara ver si descubría al supuesto autor de la aventura. Un día, después de cerrar co.n llave el armario y puerta, dejó dos religiosos como vigilantes de la enfermería, reser– vándose él las llaves a buen recaudo. También esta vez, fracasó su refinada prudendci. Al regresar después· de un rato y al preguntar a los dos centinelas si habían sentido ruido o habían visto a alguien, contestaron ambos negativa– mente. Pero la sorpresa de los tres fué enorme cuando, al abrir el armario, lo hallaron vacío. Fray Isidro experimentó la más grave contrariedad de· su vida, s.egún nos lo declaró él mismo, años más tarde. Y por no decir ningún desatino, se santiguó muchas veces. Interrogó a uno de los enfermos que era Fray José Calaganz: . de Llevaneras; mas este contestó que no había visto a nadie lli había oido ruido alguno. Otro ·día desaparecieron las Viandas a vista de enfermero y enfermos. En unc:t · palabra, obs9rváronse durante muchos días COsas que parecían inverosímiles. El venerable Padre Esteban ante tales sucesos se man-

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