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342 El Padre Esteban de Adoain de ligero cualquier cosa que le cuenten, porque sabe ser 1cr flaqueza humana presta al mal y muy irreflexiva en Pa– labras. (!) No se dejó llevar de las primeras impresiones experi– mentadas al ofr a sus súbditos o al ver su .conducta; porque éstas obedecen al propio carácter, según lo advierte el mismo devoto escritor, que nuestro Padre Esteban leía diariamente. •Muchas veces juzgamos de las cosas según el gusto o disgusto que nos causan; pues fácilmente perdemos el ver– dadero juicio de ellas por el amor propio». (2) Así ni era del primero que llegaba, ni era del último que sagazmente se empeñaba en impresionarle. Era de la verdad y nada más. ·Sus Visitas Pastorales nunca dejaron resquemores, ni divisiones. Su actuación se caracterizaba por una serenidad imperturbable, evitando el gravísimo escollo denunciado por San Francisco de Asís: «Nunca se airen los Prelados por el pecado de alguno; porque la ira y conturbación, en sf y en los otros impiden la car.idad» (Regla Seráfica cap. VII). <El S1.1perior, dijo San Francisco de Sales, debe mandar con pa– labras y actitud reverentes, pero con suavidad, procurando mucho más se1 amado que temido. Ha de ser tal caracter, que sus súbditos tengan con él la mas completa confianza, hasta declararle sus penas interiores con el mismo candor con que un niño mostraría a su madre sus rasguños». (V1da y Amistades de San Francisco de Sales. Henry Coüannier. Cap. XVII). El Padre Esteban era cordialmente amado de sus súbditos, como se demuestra por las declaraciones juradas de los mismos. Sin embargo, cuando agotado el gran caudal de su ca– ridad y malogrados los medios empleados para llevar a buen comino a un religioso, se hacía necesario emplear la energía, el buen Padre Esteban era enérgico y no se dejaba conducir a la deriva por un sentimienio femenil. En Junio de 1871 expuso el Rvmo. Padre General de la Orden, la necesidad de expulsar a un religioso joven llamado Fray Julián de Guatemala, por apellido Ruiz, el cual era de temperamento súmamente irascible, . y pendenc~ero, y, rnalj trataba y golpeaba a sus condi!\c1pulos. Ademas, segun e (1) · Libro primero. Capítulo IV. Imitación de Cristo. .(2) Ibídem. Cap. XIV.
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