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El Padre Adoain, Comisario General 339 .Mi oficio es espiritual; es velar sobre los Hermanos, porque debo corregi_r los defe-::~os y si_no los puedo_ enseñar y enmendar con mr · exhortacron y e¡emplo no qmero ser verdugo de mis Hermanos, ni herirles ni flagelarles como }as potestades de este mundo. Mientras viva no cesaré de excitarles con mi buen ejemplo y operosidad a que caminen por la ruta que el Señor les mostró y yo les mostré, pam que así no haya de dar cuenta de ellos ante el Señor• . .(]) Estas frases brotaron del corazón generoso y caritativo de San· Francisco de Asís, en los días en que renunció su cargo de Superior General de la Orden que él había funda– do. Si el buen Padre Esteban de Adoain se hubiera visto obligado a imponer muchas sanciones, hubiera reiterado la renuncia de un catgo que nunca ambicionó. Bajo la mirada solícita de tan buen Padre, crecía exube– rante de buen espíritu el arbolillo seráfico de Centro Amé– rica . Los Sacerdotes eran veinticuatro, algunos de ellos bue– nos misioneros formados por él mismo. El curso de Teología integrábase de diez estudiantes. Como esperanza consolado– ra contábanse veintitrés novicios. Entre los jóvenes se halla·· ban a lgunos que después habían de ser de gran provecho de la Orden: Fray José Calasanz de L!evaneras que llegó a ser Cardenal; Fray Javier de Arenys de Mar, que fué más tarde Vicario Apostólico de la isla de Guam; Fray Melchor de Tivisa, uno de los predicadores de más unción evangélica que hemos conocido; . Fray Cayetano de Igualada, gran orador, filósofo y publicista; Fray Estanislao de Reus, que ha sido Superior Provincial de Cataluña; el Padre Benito de Gua temala que recorrió el. Chocó y el Caquetá; Padre Joa– quín de L!evaneras, que fué Comisario Apostólico, fundador del gran Colegio de Lecároz y de ·varias Misiones. Sus visitas Pastorales fueron de verdadero Padre y Pastor de almas. Dos virtudes brillaron en él al practicarlas: carida d y celo por la conservación del espíritu religioso. Te– nemos a la vista el autógrafo de las tres pláticas que dirigió a sus frailes al comenzar las visitas canónicas de los tres aiios que duró su Prelacía. Son modelo en su género. La primera empieza con un comentario sobre aquE>llas palabras del Libro sagrado de los Reyes: «Visita a tus her- ·- (1) Leyenda Ant. Sti Franc. núm. 6. Vide «San Francisco d~ <\sis», pág. 447 por el Padre Sarasola.

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