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314 El Padre Esteban de Ada'-a'-'-in________ guel. En efecto, a primera hora del día quince, el general Cabañas alzó el grito de rebelión ¡Viva Barrios! ¡Mueran los tiranos!. .. Y aseguraba a los amotinados que el presiden¡~ Dueñas y sus ministros habían sido muertos para aquellos. horas o cuando menos, estaban presos para ser fusilados. Así lo creía éL porque esa era la primera parte del plan, y desde San Salvador · no había llegado noticia contrario. Pero esta tentativa, no siendo secundada por otras ciudades, quedó aislada y fracasó. . El día dieciseis se tuvo conocimiento en la capital de Io. ocurrido en San Miguel. El Gobierno hizo prender a cuatro. de los principales cabecillas y qued6 restablecido el orden. por entonces. Entre el vulgo de San Salvador corrían comen– tarios fantásticos. Decíase que toda la parte oriental de la república estaJ;>a en armas contra el Gobierno, que de un día para otro llegarían los revolucionarios a la ·capital, qu~ aquella noche no iba o haber sermón y que se suspendía la misión definitivamente. No pocas personas visitaron a nuestro misionero, inqui-– riendo con ansiedad si la noticia de su retirada era c1erta. El General Don Ciriaco Choto le interrogó en el mismo sen– tido ·de parte del Gobierno, expresándole su vivo deseo de que continuase su predicación, _porque la conceptuaba ab– solutamente necesaria para consolidar el orden y la paz. El Padre Adoain le aseguró que en ningún momento había pensado suspender la misión y que no se retiraría de la ciudad en ningún caso por grave que fuese. El General no pudiendo contener los sentimientos de gratitud dió efusiva· · mente gracias al Padre Adoain, manifestándole que el go– bierno estaba convencido de que la santa misión era la que había conjurado la tempestad sangrienta que amenazaba a toda la república. · También recibió nuestro egregio misionero la visita del Excelentísimo Señor Provisor de la Diócesis que le reiteró los mismos sentimientos de parte del Prelado y del Clero. Los dirigentes del partido liberal progresista, entusiastas de Barrios, no se resignaban a perder la partida tan sencJ· llamente y continuaron sus forcejeos por sublevar al país. En la ciudad de La Unión, a pocos kilómetros de la capitaL hubo choques entre las· fuerzas del Gobierno y los barristas. E"stos -fueron derrotados el día treinta de Mayo. Por aquellos días disminuyó algo la concurrencia a los serrno-

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