BCCAP000000000000130ELEC

.3.::...:..12=-------"E"-1-'-Padre Esteban de Adaain :Explicó la última prueba que hizo Dios llamándolos a p nitencia, por medio_ del Profeta, dándol~s el plazo de cu~: renta dms, llamamrento al que respondrerol). los de Níniv con una conversión sincera. Dijo que la ciudad de Nínive ee figura del alma extraviada, extendiéndt se en este concept~ ·con vivo realismo. Profundamente conmovido el orador sa. grado, hizo un llamamiento al alma pecadora exhortándola a huir de la ira infinita de Dios. · Cuando el predicador comenzó a dar rienda suelta a encendidos afectos de compunción, oyóse un grito de angus. tia que brótó del centro ~el templo, llamando la atención del -auditorio. Era una mujer que exclamaba con acento de dolor: •¡Yo EOY esa pecadora escandalosa!. No merezco perdón.. jMisericordia!... » Todos los ojos se volvieron hacia ella. ¿Quién era? ~ Un.a de las dirigentes de la revolución. La misma que había recorrido las calles haciendo propaganda contra·la misión. La que, fusil en mano, según se dijo arriba, capi– taneó a las huestes de Barrios. La autora de la carta inso– lente dirigida al Presidente de Guatemala. El asombro del público no tuvo límites, sobre todo cuando la vierón anegad~ en lágrimas. El miEionero no interrumpió su sermón. Hizo caso omiso del incidente; pero aprovechó aquella circunstancia para excittu más los a fectos de arrepentimiento. · Tomó luego el Crucifijo, lo levantó en alto, lo extendió hacia el au~itorio, mie:n!ras ponderaba la misericordia de Dios; lo abrazó dé– rritiéndose en los más tiernos afe¡::tos de compasión. Pidióle la salvación de sus oyentes, etc. Y ya nadie pudo contenerse. Dueñistas y barristas caye· ron de rodillas sollozo.ndo, lo mismo hombres que mujeres. La ciudad de San Salvador presenció uno de los más grandes triunfos de la oratoria sagrada. El Padre · Adoain había conquistado la ciudad. Tenninado el sermón, la mujer aquella, tan famosa nntes como revolucionaria y tan famosa ahora por sus lágrimas. fué a buscar al Padre Adoain y se confesó; abandonó la mala vida a que se hallabo entregada, asistió edificante· mente a todos los actos de la misión, se hizo colaboradora de los misioner03, consiguiendo la conversión de toda su fa· milia, de sus parientes y de gran número de amigos.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz