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fl pacificador de Centro-América 311 -----------~------------~~~-------~~ Una avalancha de. gente llenó la catedral, y otra ava· ¡ancha mucho mayor invadió el atrio y la plaza. Con no poc;a dificúltad pasaron ambos misioneros y pe– netraron en el temr.lo, llevando enhiesto siempre su estan– kjarte, verdadero sí~bolo de concordia. Ca ntada la Salve, subió el Padre Esteban al púlpito. Se hallaba en uno de los momentos más difíciles de su vida. su primer discurso dependía la suerte de la república, la (le la Iglesia en el país y la suya propia. Si causaba mala j¡Jlpresión, los liberales desertarían; y obstinados en su em– peño, se entregarían a la obra revolpcionaria con más furia. Pero si lograba ganar sus simpatías, continuarían asis– tiendo a sus sermones. ¿Cómo ganarlos? Nada de adulaciones. Ni una palabra de elogio a los. honrado3 e hidalgos salvadoreños, o a la muy noble ciudad de San Salvador. Habló solo como enviado de Dios. Desde la primera frase se elevó a lo sobrenatural, desdefiando todo artificio humano. En medio de un profundo silencio y de enorme expectación, se cubrió la cabeza con la capucha, juntó las manos, levantó los ojos al cielo y exclamó con voz; sonora y potente, que se oyó desde la plaza: Adhuc quadraginta dies' et Ninive subvertetur; dentro de cuarenta días Nínive será destruída. Estas palabras del profeta Jonás fueron el tema de su discmso. El recuerdo de una afirmación tan rotunda, hechcr por un profeta y evoca do por aquel misionero, a quien h~bícr obedecido un volcán, por aquel hombre penitente que mu-· chas veces había despreciado la propia vida por asistir a los apestados, causó impre3iÓn profunda. Continuó diciendo que él había venido a la ciudad no para un grupo de almas, sino para todas; que como el Divino Redentor vino a buscar los enfermos y las ovejas perdidas, había venido él parcr las almas más necesitadas; que si supiera que por sus tra– bajos durante la misión a favor de las almas había de llegar a trance de muerte arrojando toda la sangre de sus pulmo– nes, no suspendería la misión sino que moriría por ellos. , Hizo luego una descripción viva de lo acontecido en Nmive cuando el profeta Jonás fué enviado por Dios a pre– dicar penitencia a sus habitantes. Refirió los excesos a que 8e habían entregado los ninivitas, comenzando por el rey Sardanápalo y continuando por los nobles y por las clases Populares, como si se esforzaran en provocar la cólera divina.

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