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Otra vez en El Salvador 301 Siil embargo diríase que el Señor se complacía en regalarle alguna .que otra enfermedad, para que autoridades y pue– blos y superiores jerárquicos le permitiesen atender a su espíritu. Un testigo presenCial que le vió pasar por la capital de Guatemala el día 13 de.Agosto de aquel año (1864), nos re– firió sus impresiones. Es Rosa Figuetoa, que en aquellos días contaba quince años de edad. Después fué religiosa Capu– china del Convento de Guatemala, y más tarde del de Ma-· taró (Barcelona), donde la conocimos. He •aquí su declara– ción: .Siendo yo de edad de quince años, pasó por delante de la puerta de mi casa el Padre Esteban de Adoain. Era en la calle Real. Iba cabalgando en un jumentillo y acompa– ñado por uñ Hermano Capuchino. Yo ví que a su paso se aglomeraban las gentes y andaban a porfía para besarle . las manos y los pies. El Padre Esteban iba sin hacer caso a lo que le rodeaba. Parecía que iba absorto en profunda meditación. Llevaba el crucifijo en el pecho, casi cubierto con la amplia barba. AlgunOs 'decían que iba en éxtasis. Me dijeron que muchas personas le habían cortado pedaci– tos del hábito sin darse cuenta él. aunque el Hermano trató de impedirlo. »Era tan modest0, que nunca le 'veíamos los ojos, ni su– pimos de qué color eran.· Tanto por esto como por su auste– ridad muchos le comparaban con San Pedro de Alcántára. Yo oí decir muchas veces que era un santo, y que era el más grande misionero de nuestro tiempo; •Tenía mi familia mucha amistad con el señor Ortiz Urruela, que era' síndico del convento de Capuchinos. Y este señor decía que el ·Padre Adoain daba cada día muestras de mayor santidad». (!) · Estas afirmaciones hechas por la venerable· religiosa Sor R.osa de Guatemala ante el autor de este libro y entre– gadas a él por escrito, fueron repetidas por la misma ante el Tribun·al eclesiástico después de prel¡tar juramento. Muy grande contratiempo fué para la República o e . EL Salva dor, la enfermedad y retirada del egregio misionero. El Presidente Dueñas, que como católico, había cifrado sus (1) Actas del Proceso Informativo de Barce.lona·Sesión XXXI, 8 iulio 1925.

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