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298 " El Padrl;l Esteban de Adaain El joven revolucionario se creyó en el deber de hacer algo positivo y concibió el propósito de quemar la barba: por sorpresa, al Padre Adoain, en cuanto el público desalo– jara el locaL ¡Donosa venganza! en aquel país muy significativa:, y . en aquel joven muy intencionada, pues ya .se ve que pre– tendía dejar al popular misionero sin el encanto, que a juicio ·de aquellos pequeños revolucionarios: le servía para arras– trar las muchedumbres. Quería dejarlo sin. fuerza, corno: Sansón sin cabellera. Pero terminado el sermón, el Padre Adoain descendió del púlpito; y en lugar de dirigirse como de costumbre, hacia el altar mayor, se abrió paso entre la apiñada muchedum– bre, llegó hasta el pequeño grupo de anticlericales que se· hallaba cerca de la puerta, y ofreciendo la barba al más atrevido, le dijo con dulzura: . Qtiémala, hijo mío, quémala; pero conviértete y confiésate y salva tu alma». Atónito y confuso el joven al ver que el predicador ha– bía ·penetrado sus pensamientos y descubría su conciencia, se echó a sus pies, prometiendo confesarse inmediatamente. Y lo mismo hiCieron sus compa#eros. Ellos mismos prego– naron el suceso. Antes de terminarse la misión, recibió el Padre Adoain dos cartas gratulatorias muy alentadoras: una del señor Obispo Saldaña y otra del Gobernador de Sonsonate. Es.ie se la dirigió en nombre del Supremo Gobierno de El Salvador, expresándole su agradecimiento por su infati– gable ·celo y rogándole «que prolongase su permanencia en el país, ya que el p\lblico ansiaba oir su predicación y se hallaba dispuesto a reformar s.us costumbres». (!) Llególe todavía otra carta, escrita con fecha veintisiete de Marzo por el Ayuntamiento de Izalco, cuyo secretario, Don Ramón B~rrientos, le rogaba en nombre. de la Municipa– lidad se sirviese dar misiones en la ciudad, escogiendo la fecha más próxima que le fuera posible. El día 16 de Abril salieron de Sonsona te los dos misio– neros después de bendecir la ciudad con el estandarte de la Divina Pastora·; y acompañados de una gran muchedumbre, llegaron a Izalco, distante solo dos horas hacía el norte. EL (1) c. rn, p. 79.
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