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24 El Padre Esteban de Adoain del baile que se usaba, nacían de la alegría, no de la lu– juria. Era un arte, no una escuela de vicio. Es muy probable que nuestro Pedro Francisco Mar– cuello acudiera algún año a las fiestas patronales de Iza!, Irurozqui, Lumbier, Navascués o Artieda, pueblos próximos al suyo, para cumplimentar con sus parientes. Mas puede afirmarse que no se entregó a las extraordinarias manifes– taciones de regocijo tomando parte en baile alguno; consta por testigos fidedignos que nuestro joven era poco expan– sivo y muy parco 13n demostraciones de alegría. El tiempo era para él un don de Dios, que debe emplearse como ele– mento para ganar un galardón eterno. Próximo se hallaba a cumplir sus 19 años de edad, cuando tomó la determinación de estudiar la Gramática Latina, declarándose aspirante al sacerdocio. A tan lauda– ble resolución debió contribuir sin duda el bondadoso Cura de Adoain, quien al ver la piedad de nuestro joven y su índole, hubo de hacerle indicaciones en tal sentido. Ya di– jimos que Pedro Francisco era muy aficionado a los libros. Mucho tiempo después de haberse ausentado de casa, se comentaba este hecho y se refería por sus familiares, que en cuanto Pedro Francisco terminaba de leer un libro, pedía otro a su hermano mayor, mostrando impaciencia hasta conseguirlo. Al expresar a su buen padre el deseo de estudiar la carrera eclesiástica y pedirle licencia para acometer la em– presa, éste objetó únicamente: «¿A esta edad vas a prin– cipiar una carrera tan larga?». A lo que contestó con re– solución: «Roma no se hizo en una hora... », queriendo dar a entender que estaba dispuesto a prodigar paciencia y trabajo para realizar tan laudable propósito. A los pocos días trasladábase nuestro joven a la aldea de Aspurz, no muy distante de Adoain, donde el Párroco D. Pedro Martín Pérez, tenía establecida una preceptoría y preparaba algunos jóvenes para ser examinados de Gra– mática Latina en el Seminario de Pamplona. No consta si el Siervo de Dios se proponía por enton– ces ser sacerdote secular o ingresar en la Orden Capu– china, como lo realizó después y veremos en el capítulo siguiente.

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