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282 El Padre Esteban de Adaain Antigua. Y terminada la cuaresma, se trasladó a esta último: ciudad, predicando durante todo el mes de Mayo en la Pa– rroquia de San José, por ser la más céntrica. Eri ella estable– ció la Asociación de Hijas de María, que allí no era cono. cida y creó veinticiJ;lco coros de treinta y una asociadas. cada uno. Terminada esta labor, pronto reanudó las misiones, co– menzando otra serie cuyos éxitos sobrepujan a los ya co– nocidos. De Julio a Diciembre predicó en Dueñas, Patzicia, Tec– pám, Patzum, Chimaltenango, Tejar, Sanarate, Sansaricr y Guastatoya. Llevó por compañero al Padre Bernardino de Capellades, otro novato que se entrenó bajo la dirección del Padre Adoain. Cada pueblo acompañaba a los misioneros hasta el pue– blo de la otra misión, aunque estuviese a muchas leguas de distancia. La marcha de Scmsaria a Guastatoya fué pinto– resca y entretenida. «Co¡no hay que pasar hasta quince vado.> en el río, dice el Padre Adoain, jamás permitieron los hombres de Sansaria que los pasáramos por ir sudados, sino que ellos nos pasaron en sus hombros. Esto mismo qui– sieron hacer algunas buenas señoras que iban, pero nos. reímos de su sencillez y buena voluntad». (C. III, p. 11.) Solía verse un contraste emocionante: los que se despe– dían no podían contener las lágrimas; los que recibían la: misión, vitoreaban a los Padres y a !á Divina Pastora. Du– ~ante largo trayecto confundíanse los cánticos de los pri– meros con los de los segundos. Aquéjlos cantaban: No te vayas Madre no dulce Pastora, que tu grey se queda sin Tí triste y sola. HE AQUI LAS ESTROFAS: Y o os llevo conmigo, que en mi pecho moran del redil cristiano las almas devotas. Adios, mis ovejas yo me voy, que importa buscar las perdidas por tierras .remotas.

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