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- · El Misionero en Centro-A_m_é_r_ic:..:o______2:::.7:...o_7 En efeCto. Llegó a Santa Ana un personaje político con el Muy Ilustre se.ñor Provisor de la Diócesis, Don Narciso f,llonterrey. Abrieron información, llamando a su presencia qrcrn número de testigos. Con esto cesó el motín. Pero ni aún así quedaron los ánimos sosegados. El Gobernador sabía que su vida estaba en peligro. Por ello iba siempre muy acompañado. A pesar de sus pr·acau– ciones, un día sonó un disparo. Y el Gobernador cayó a tie– rra gravemente herido en plena calle. Creyéndolo muerto, el agresor desapareció, sin que se supiera jamás quién había sido. .El señor Provisor escribió a un amigo suyo Sacerdote, después de escuchar a los testigos: «¡Amigo, los PP. Capu– chinos han triunfado! Toda la población en masa está en su favor. Todos los testigos que han comparecido, han decla– rado unánimemente haciendo grandes elogios de los mi– sioneros». (C. IIL p. 8.) Ambps jueces, el político y el eclesiástico, quedaron muy convencidos de la corrección con que se portaron los cuatro religiosos y de la grave responsabilidad en que incu– rrieron el Gobernador y la media docena de anticlericales. ¿Qué providencias tomó el Presidente Barrios? Ninguna. Conseguida la pacificación de la ciudqd, ya no le intere– saba la responsabilidad de sus amigos. ¿Cómo los castiga– ría si el primer responsable era .él mismo? ¿Cóm¿ iba a pro– ceder contra ellos, si necesitaba de su apoyo para continuar en la presidencia, viviendo y triunfando a costa c ;l.el pueblo? No hubo en el Estado de El Salvador quien castigara al Gobernador de Santa Ana, ni al presidente Barrios. Pero se encargó Dios de castigar al uno y al otro. lo veremos muy pronto. Una persona hubo, venerable por cierto, que fué la que más d<?lor experimentó por la expulsión de los misione– ros: el Obispo de San Salvador. Con fecha uno de Enero había escrito una carta dirigi– ~a al Padre Adoain, en la que revela que aun' no tenía no: licia cierta del grave incidente. Vamos a copiarla: •Nueva San Salvador Enero l, 1860.- Muy Reverendo Padre Esteban de Adoain, Director de la Misión.-Mi amado Y respetado señor: Una mala noticia me ha llegado. Se dice ~e el supremo gobierno ha dado orden para que la mi- 81?n salga del territorio de la República. Hago salir hoy lllisrno al Padrécito Dávila, dirigiéndolo a Santa Ana, para

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