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276 El Padre Esteban de Adaain Todos salieron de la iglesia ardiendo en ira, y . con ac– titud amenazadora. A . los gritos salieron de casa todos los vecinos. Apenas había despuntado el alba, y las calles todas de la ciudad eran un hervidero de gente. Miles de hombres y de mujeres íbanse reuniendo en la plaza. Todos pedían a voces la vuelta de los misioneros. Algu. nos con desesperación pedían la cabeza del gobernador, a quien todos atribuían el sacrílego atropello. No se habícl visto en Santa Ana un:a manifestación tan espontánea, tan numerosa y tan incontenible. Alguien sugirió: ' «¡Vamos al Gobernador!.. ~» Miles de voces contestaron: •¡Ahora mismo! jAl Gobernador! .. » Pero la casa del Gobernador estaba custodiada por más de· doscientos wldados, que acababan de llegar de la capi· tal y apuntaban con sus armas. La avalancha de gente se contuvo y hubo de retroce– der. Pero los ánimos continuaban excitadísimos. Los grupos no disminuían. Aquel mismo día se tuvo noticia en la capital de lo que aconte-cía en Santa Ana y que la tropa enviada era insuficiente para obligar al pueblo a meterse en su casa. El Gobierno temió un alzamiento. Y envió inmediatamente más fuerzas para mantener a raya a los Santanecos y evitar que salieran correos a los pueblos para avisar y soliviantar los ánimos. Apelaron las autoridades a mil medios para llevar la paz a los espíritus. Pero como sabía la gente que· todo lo que le3 decían era pura falsedad, la indignación iba en a umento. El Gobierno envió a Santa Ana un Sacerdote español. . Su prese·ncia no sirvió sino para encender más el fuego de la irc: popular. No querían · en Santa Ana ningún emisario del GobiHno. Nadie veía el modo de resolver aquel grave conflicto. Los medios empleados fracasaban. Entre tanto los pueblos y ciudades próximas íbanse enterando de todo, la eferves· cencia se extendía en progresión geométrica. El Gobierno trató el asunto con el Obispo y le rogó que enviase a Santa Ana un eclesiástico de influencia, quien Cl una con un personaje político aceptable para los amotina· dos, abriesen una información declarando que se trataba de depurar las responsabilidades en que hubieran incurrido los acusadores de los misioneros.

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