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22 El Padre Esteban de Adoain biltzana galdurik - Jesús dator zuregana - Artzai on bat eguiñik. .. • (l ). En las largas noches de invierno, mientras el campo se hallaba cubierto de nieve y el viento silbaba en las grie– tas de las ventanas vetustas de la casa, Pedro Francisco· se entregaba a la lectura. Poco y mal conocía el Siervo· de Dios el habla castellana en aquellos años; pero no exis– tiendo libros escritos en su lengua materna, que era el vasco, sus abuelos habían adquirido algunos en castellano, que aun hoy se conservan en la casa: Maravillas del San– tísimo Sacramento, por Antonio Pons, editado en el año· 1612. Compendio Histórico de la Religión, por José Pintón. edición de 1780. finezas de la Virgen María, lecturas para. cada día del año. Reflexiones sobre los Evangelios. Y otros semejantes. No consta que el Siervo de Dios cometiera ninguna de esas travesuras propias de la juventud. No brotó de sus labios ni una palabra mal sonante. Confesemos que no es mérito excepcional suyo. De cualquier otro joven de su. país y de su tiempo. se podría decir lo mismo. En Navarra. no se conocía entonces la blasfemia, ni la conversación las– civa durante los ratos de expansión, ni el baile agarrao. Esto puede afirmarse con mas exactitud si nos referimos. a la zona central y norte. La forma inmoral del baile, lo mismo que las expre– siones soeces, no se conocían en Navarra hasta la época. de la guerra de 1833 a 1839. Un oecado cometió Pedro Francisco Marcuello en su infancia,- que recordó con pena muchas veces durante su_ vida. Constituye una escena regocijante: Hallábase éste, siendo de edad de diez años, pasto– reando el rebaño de su casa en el monte. Llegada la hora· del mediodía y rezado el Angelus, dispúsose a comer las abundantes provisiones que su cariñosa madre le había preparado en el zurrón. No lejos de él hallábase otro pas-· torcillo, llamado Pedro Gil, de casa de Torrea, quien al ver la comida de Marcuello, sintió fuerte apetito. Sin intención_ (1) De la culpa al monte oscuro en que vagas ¡pecador! va a buscarte compasivo Jesucristo el Buen Pastor.
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