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268 El Padre Esteban de Adoain ¿Qué musJca es esa? Me respondieron: Es la música de lQ comedia. Dije en alta voz: Esta es una burla que se hac a la santa Misión. ¿.Cómo? ¿En Santa Ana, Misión y come~ dias? ·¡Nos vam,os! »Y dicho esto, me puse el manto. Se levantó un grito general pidiendo misión. Observé que había una conmo~ión general eritre los hombres; y temiendo a lguna fata l conse. cuencia, puse s ilencio y les hablé así: - ¡Santanecos! Si que. reis que sig~ la santa Misión, que vayan dos señores a de. cir al señor Gobernador que haga suspender la comedia durante la Misión. »Pasó, por aquel momento el ruido de los instrumentos· y yo seguí el sermón como si tal cosa no hubiese .habido: Después de .haber· hecho el acto de contrición con el cruci– fijo en las manos, me volví al pueblo y les hice por segunda vez esta pregunta: - ¿Queréis Misión ó comedia?'- Todos levantaron el grito diciendo - ¡Queremos Misión!. ..- Pues bien, nosotros hemos sido llamados por la s autoridades civil y eclesiástica; en este concepto, predicaremos contra el vi– cio. - Todo esto lo decía yo apoyado en la carta que Su Excelencia (el Presidente) escribió al Gobernador.. »Serían las nueve cuando nos retiramos al convento para tomar algún descanso. Estando cenando, he a quí que principió la escena nuevamente. •Juzgando con fundamento que seguirían toda o la rna· yor p arte de la noche, y que no nos deja rían reposar, llamé a l señor Cura, y en unión de mis compañeros le supliqué, hiciese el favor de hablar al Gobernador, a fin de que man· das.e suspender o retirar más lejos aquella música, pa ra que pudiéramos descansar; porque ~.i no, estábamos expuestos a una enfermedad. »El señor Cura cumplió. El Señor Gobernador parece que dió algún pequeño paso; pero es lo cierto que los mi· sioneros tuvieron que tragár la · píldora de la poca civiliza· ción de los dichos concurrentes; digo po¡:;a Civilización, por· que si no lo ha cía n por motivos de religión, debían haberlo h echo por un rasgo de educa ción. »Al otro día se presentó el señor Gobernador en corn· pañía del primer alcalde y nos dió una especie de satisfac· ción, diciéndonos que él ignoraba, etc. etc.; pero que nos prometía que en adelante no habría más. »Esta fué la única .visita que dicho señor nos hizo. J)l

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