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CAPITULO XXV EL MISIONERO. EN EL SALVADOR (1859) EL ESTADO DE •EL SALVADOR• Y SU PRESIDENTE BARRIOS.- LA MISION DE SANTA ANA.--ENTUSIASMO POPULAR.- RECELOS DEL PRESIDENTE.- EL ES– TRUENDO INTENCIONADO DE LA COMEDIA. - EL PADRE ESTEBAN Y SUS COMPAÑEROS EXPULSADOS ENTRE BAYONETAS.- LOS GRITOS DEL MILITAR.– CARTA AL PRESIDENTE.-·EL PROCEDIMIENTO DE SU EXCELENCIA NO 1.0 APRUEBA NADIE•. H EMOS de dedicar este capÍtulo a una nueva aventura, sufrida por nuestro insign~ misionero, en la que fueron envueltos tres religiosos más, compañeros suyos de misión. El teatro en que se desarrolló fué la ciudad de Sa nta Ana del Estado de- El Salvador. Mas antes, el lector necesita conocer al presidente de aquella República y el teatro en que se . desarrolló el su· ceso. . Es el estado de El Salvador el más pequeño de Amé– r.ica Central. Confina al norte y noreste con Honduras; al oeste con Guatemala; al sur con el océano Pacífico. Su fi– gura semeja un rectángulo de doscientos treinta kilóme– tros. Es muy montañoso y existen numerosos volcanes. El volcán !zaleo, de mil ochocientos ochenta y cinco metros de altura, existente en la parte occidental del Estado, pro– duce erupciones casi continuas, acompañadas de detonacio– nes que se oyen desde muchas leguas de distancia. De no· che se perciben sus fuegos desde alta mar; por eso los na· . vegantes le llaman «El faro de América Central».

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