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____________________AA __ e_n_sojero_d_e~p_a_z __________________ 2_5_7 Jos pocos días veíanse en los sermones del egregio miSIO· nere muchos de los que más se habían significado como revolucionarios. Reuníanse hasta cuatro mil personas. En varios sermones, sobre todo en los de verdades eternas, el J)anto era general. La emoción subió de punto el día que predicó sobre la caridad cristiana y perdón de los enemigos. Después de describir con los más tiernos afectos la generosidad infinita de Jesucristo, . que perdonó a sus enemigos capitales; des– pués de pedir perdón a sus compañeros los Sacerdotes pre– sentes, conminó con la cólera divina a los que no perdonan, a Jos que no arrojan del corazón el veneno del odio. Aquel capuchino de figura de profeta causaba más impresión que Isaías entre los hebreos. La muchedumbre que llenaba el templo y rebasaba por el atrio y la calle, prorrumpió en voces, declarando que perdonaban a todos sus adversarios. Espontáneamente se 'destacó el general Don · Antonio Sola" res, subió a la grada del presbiterio, y arrodillado pidió perdón a los soldados que en la iglesia se hallaban. Los militares impresionados, contestaron que le perdonaban. El gene~al con voz entrecortada exclamó que también perdo– naba a todos, incluso a sus adversarios políticos y a. los del bando que había hecho armas contra él. Terminó el misio– nero prometiendo a todos el reino de la gloria en nombre de Jesucristo, que les esperaba a todos con los brazos abiertos, ya que para todos había derramado generosamente su sangre. Terminado el sermón, gran número de hombres entre– garon las armas al General Solares confesando que habían Vivido engañados. En días sucesivos fueron entregándolas los demás revolucionarios. Solo cinco se resistieron a entre– garlas, permaneciendo obstinados. ¡Brillante jornada la de nuestro misionero! El día 31. último de la misi6n, por la tarde se desarrolló un espectáculo jamás presenciado en Santa Rosa. En la plaza mayor de la ciudad se reunieron más de cinco mil personas, abundando en 1os mismos sentimientos de piedad Y fraternizando familiarmente sujetos que habían militado en bandos contrarios y que hasta entonces se odiaban a llluerte. El Padre Adoain les dirigió la palabra con el fervor t unción que se adivina, y luego les dió la bendición Papal. · <tubo cánticos sagrados, oraciones a la Divina Pastora, vi- 17

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