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234 El Padre Esteban de Adoain En 1855 la reina Isabel II se hallaba secuestrada Por los ministros, que secundaban los planes de las sociedadea secretas. Y la persecución religiosa era tan descarada c 01110 en 1835, haciendo imposible la restauración de comunidades religiosas. No ignoraba el P. Esteban lo que acontecía en España Sabía que desde 1852 hasta 1856, habían llegado a Guate: mala, huyendo de su patria, varios Capuchinos y algunos aspirantes al hábito con intención de establecer canónica– mente una Comunidad. Si tal empresa prosperaba, no había que vacilar. Un convento en país de misiones era su ideal. (l) El proyecto fué muy pronto una realidad. Lo habían preparado los Padres José de Mondragón y Joaquín de Valls, que como recordará el lector, se habían trasladado en 1844 desde Venezuela y trabajaron en Guatemala con grandes éxitos espirituales. A mediados de Octubre nuestro Padre Esteban se des. pedía de Cuba para ir a Guatemala. Ya se deja entender cuánto sentiría el sarito Arzobispo de Santiago de Cuba la determinación de tan valioso mi– sionero. Según referían los que fueron discípulos del Padre Esteban de Adoain, el Arzobispo le rogó con insistencia que se quedara con él; y, no resignándose a perder un colabo– rador tan leal, le dió a entender que le otorgaría cualquier favor que le pidiera. Agregaban los mismos testigos, que el Iltm 0 • Padre Claret le declaró su intención de recomen– darlo a su Magestad la Reina para un obispado. A lo que contestó el Padre Esteban sonriendo: •Ilustrísimo señor, no puedo valer para obispo, porque Dios me hizo para capu– chino». El sanJo Prelado, dándole un efusivo abrazo, repuso: .Ahora le quiero más, Padre Esteban; pero le ruego por fa– vor, que acepte este pequeño obsequio». (1) El Hermano Fray Vicente de Sarriá, por apellido Vila, se trasladó de Guatemala a Cataluña en 1854 para reunir vano& r eligiosos profesos y conducirlos al nuevo convento de la Repúbllca americana. Pero fué pr endido por las Autoridades y fusilado en Sabadell. Había militado en las filas carlistas con el grado de Te· niente Cor onel (Cronicón de los Capuchinos de Centro-Aménca, pág. 44.)

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