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CAPITULO XXII EL MISIONERO SE TRASLADA A CENTRO-AMERICA (1856) DESPEDIDA DE CUBA.-- EN GUATEMALA.- UN CONVENTO EN RUINAS.- LO QUE DICEN LOS COMPAÑEROS DEL P. ESTEBAN.- EL PAIS.- EL PRESIDENTE DON RAFAEL CARRERA.~UNA PAGINA DEL CRONICON. T\ ESUELTO el P. Esteban a abandonar la isla de ·Cuba .K.. para vivir bajo la obediencia inmediata de sus supe– riores, ¿a dónde encaminaría sus pasos? La revolución europea de 1848, incubada simultánea– mente en Alemania, Austria, Italia y Francia, seguía por su cauce y no le permitía a nuestro misionero pensar en lu– gar alguno del viejo Continente. En España logró contenerla por un momento el gen.eral Narváez con el partido modera– do (l). Pero semejante partido no era una esperanza. «Más, que partido organizado, dice Menéndez Pelayo, fué conge– ries de elementos diversos y aún rivales y enemigos, mezcla de antiguos volterianos, arrepentidos en poiítica, no en re– ligión, temerosos de la anarquía y de la bullanga, pero tan llenos de preocupaciones impías y de odio a Roma como en sus turbulentas mocedades• . (2) • En consecuencia, no le era difícil al partido progresista unido al demócrata o radicaL seguir su forcejeo con éxito. Los pronunciamientos y motines estaban a la orden del día. -- (1) «Narváez lisonjeábase de que había de enseñar a Europa T Vencer las ¡·evoluciones.» (A. Pirala, Historia Contemporánea, . 1, pág. 608.) . (2) Historia de los Heterodoxos Españoles. Volumen III, pá– lnna 587. Edición 1881.

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