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232 El Padre Esteban de Adoain Misionero en Bayamo con ocasión de las Misiones que allí predicó; y observé que los transeuntes se descubrían ante ella y recordaban con gran religiosidad al Padre Esteban•. (Sesión 25 octubre 1924.) La mencionada cruz se conserva aún hoy, según noti– cias directas que nos envían de Bayamo. Aquella isla regada con los sudores de dos Misioneros de tan gigantesco espíritu como el Beato Ciare! y Padre Adoain, ¿cómo se perdió para España? Aquí encuadra bien aquella frase pronunciada por el Padre Adoain ante los minislro3 de la República de Venezuela: «Si los padres de la Patria tuvieran la rectitud de intención que yo tengo, les aseguro que sería muy otro el resultado». Los hist0ria'i:!ores dan la razón a este apóstol: «Los le– vantamientos del -siglo XIX en Cuba, escribe Carlos ~e­ reira, revelaban un estado latente producido por la incom– prensión del elemento oficial• (1). «La desmoralización, des– orden y abandono que reinaban en Cuba son causas que provocaron la insurrecciÓn•, dice D. Ildefonso Antonio Ber– mejo (2). El elemento oficial en vez de apoyar la campaña mo– ralizadora del Beato Ciare! .y de sus Misioneros que les atraía la simpatía de los cubanos, gastaban sus energías y celo en perseguir a los enviados de Dios. No fué el Beato Claret el único Prelado que sufrió vejámenes graves. Otros los sufrieron más duros, como -el Obispo de La Habana Pa– dre Jacinto Martínez Sáez, que hubo de abandonar la isla desterrado por el General Caballero Fernández de Rodas. La posteridad va juzgando a cada cual como merece. (1) Historia de América Española, tomo V, pág. 258. (~) Historia de la Interinidad y Guerra Civil_, tomo JI, pá– gina 109. ----=-=---

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